La psicología de la salud latinoamericana hacia la promoción de la salud

Ricardo Werner Sebastiani
Centro de Estudios e Investigaciones en Psicología y Salud - Nêmeton, Brasil

Maria Cecília F-Pelicioni
Universidade de São Paulo, Brasil

Heloisa B.C. Chiattone
Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, Brasil

Resumen

El presente artículo ofrece una reflexión sobre las propuestas y acciones de la Psicología de la Salud en Latinoamérica en relación con los programas orientados a la Promoción de la Salud y el Desarrollo Humano. Basándose en estudios que toman como referencia documentación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en sus conferencias Mundiales y Continentales de Promoción de la Salud (desde Alma-Ata en 1979 hasta México 2000) y en el documento «Salud en el Desarrollo Humano: Escenarios y Prioridades para el Nuevo Milenio» (OPS 1977), se analiza la correlación entre las actividades del Psicólogo de la Salud en tareas de asistencia y promoción de salud. Se destaca la relevancia de adoptar un nuevo modelo de atención sanitaria que enfatice la interdisciplinariedad y la intersectorialidad, abogando por acciones integradas entre los actores involucrados en la Salud y su Promoción en Latinoamérica. Además, se presentan propuestas para la implementación de actividades del Psicólogo de la Salud en áreas de promoción, asistencia, educación e investigación en salud para el próximo milenio.

Palabras clave: psicología de la salud, promoción de la salud, atención sanitaria, investigación en salud.

Actualmente, se pasa por un importante proceso de transición respecto a una serie de puntos que refrendan el funcionamiento de la civilización humana, del cual gradualmente se han cuestionado algunos paradigmas seculares y incluso combatidos, indicando claramente que el Zeith Geist* pide a la población mundial (trascendiendo, por consiguiente, a sociedades y culturas) un cambio en sus formas de ser y interactuar so pena de, si no se encuentran esas alternativas, que seamos aniquilados como especie viviente en este planeta.

Temas como Globalización, Desarrollo Sostenido, Preservación Ambiental, Cambios Demográficos, Calidad de Vida, Equidad Social, entre otros, poblan diariamente la prensa mundial y, cada vez más, forman parte de las discusiones de las altas cumbres decisorias que se reúnen en todo el mundo, ya sea para discutir política, economía, salud, medio ambiente, cultura, violencia, o cualquier otro tema de impacto mundial.

Indudablemente, esta presencia temática constante no aparece por casualidad y refleja lo urgente que es proponer y hacer efectivas acciones que cambien el camino, ya claro, de degradación y caos que amenaza el planeta.

La necesidad apremiante de pensar y actuar buscando el mejor de los conocimientos y experiencias para el afrontamiento de tantos problemas trajo gradualmente la idea de crear foros internacionales de estudios transdisciplinarios e intersectoriales, para que se pueda, de forma integrada, entender e intervenir en estos problemas, de modo que se creen nuevos paradigmas que ayuden a este mundo, tan pluralista, no solamente a sobrevivir con justicia y respeto a la autonomía de los individuos, sino también teniendo en cuenta el bienestar colectivo.

No es una tarea fácil y tampoco para una única generación. Se inician estos esfuerzos, de cierta forma aún, evocándose modelos cartesianos, incluyéndose los que tratan de los problemas por macro áreas de ocurrencia.

Así se discute salud, medio ambiente, políticas públicas, economía nacional y internacional y tantos otros temas en foros específicos. Sin embargo, estas discusiones desembocan, cada vez más, en un punto en común, que de una forma simplista se podría definir como «todo tiene que ver con todo».

La población mundial está efectivamente imbricada en un proceso de multi-influenciación, interdependencia y multicausalidad, fenómeno que se ha constatado y que, por la conciencia que se le impone, lleva a un gran esfuerzo para encontrar nuevos puntos comunes en sus pluralidades y la creación de acciones efectivas para los cambios que se le imponen.

En el campo de la salud, la indiscutible relación entre Educación-Medio Ambiente-Salud-Calidad de Vida desafía el antiguo modelo estructurado sobre el saber biomédico, fuertemente influenciado por el pensamiento positivista-cartesiano a romper sus paradigmas (Pelicioni 1999).

Bajo ese prisma, WESTPHAL (2001) señala: «El envejecimiento, el embarazo precoz, alcoholismo y uso de drogas, enfermedades de transmisión sexual, causas externas de mortalidad como violencia y accidentes, cuestiones étnicas y éticas, factores y condiciones de riesgo de salud, tales como obesidad y desnutrición, polución del aire, polución sonora, polución de los aguas, ocupación y uso desordenado del suelo, control de vectores, condiciones inadecuadas de destino de los excrementos humanos, empleo y renta, vivienda, actividad física, comportamientos y hábitos entre otros, son algunos de los temas emergentes respecto a los cuales se han producido y divulgado muchos conocimientos nuevos».

Esta tendencia está muy clara en la evolución de las discusiones sobre salud y bienestar, que se desataron a partir de la célebre reunión de Alma-Ata en 1979 y vienen fortaleciéndose y ampliándose a cada nueva Conferencia Mundial de Salud (1999). No obstante, si bien se puede considerar esas lecturas y propuestas un avance significativo, un gran abismo aún sigue existiendo entre lo que se piensa y se propone en una dimensión macro y los efectivos obstáculos que se les imponen en el día a día de la atención y educación de la población, puesto que ellos siguen siendo prácticamente los mismos que se ha observado hace décadas.

Se está convocando a cada uno de los involucrados en este reto, dentro de sus especialidades y conocimientos, para proponer ideas y acciones que efectivamente rompan esta inercia secular y, dentro de sus micro inserciones en los distintos grupos y segmentos de la sociedad donde actúa, crear posibilidades de transformación que parece tener que partir del individual hacia el colectivo y luego volver hacia aquél.

En este sentido, el campo de la Psicología de la Salud ha identificado claramente con las propuestas planteadas en las diversas Conferencias Mundiales de Salud (ANONYMOUS, 1999-1) ha sido llamado a contribuir. Una breve lectura de las principales líneas propuestas en las diversas conferencias muestra:

1979 – WORLD HEALTH CONFERENCE WHO – ALMA ATA
«Salud es el bienestar bio-psico-social total del individuo y no solamente ausencia de enfermedad»

1986 – WORLD HEALTH CONFERENCE WHO – OTTAWA
«Promoción de la salud es el proceso de capacitación de la comunidad para actuar para el mejoramiento de su calidad de vida y salud, incluyéndose una participación mayor en el control de este proceso»

«para alcanzar un estado de completo bienestar físico, mental y social, los individuos y grupos deben saber identificar aspiraciones, satisfacer necesidades… Además de controlar los factores determinantes de su salud hacia la equidad»

1988 – WORLD HEALTH CONFERENCE WHO – ADELAIDE (Anonymous, 1999 (2)
«Promoción de políticas públicas saludables, creación de ambientes de soporte, desarrollo de habilidades personales, fortalecimiento de la acción comunitaria y reorientación de servicios de salud como puntos de reafirmación de la justicia social y equidad en la promoción de la salud»

1991 – WORLD HEALTH CONFERENCE WHO – SUNDSWAL
«El ambiente y la ecología son elementos importantes para promover la salud, así como también las dimensiones económica, política y cultural a que está sometida una población debemos estar comprometidos con el desarrollo sostenido y la equidad»

1997 – WORLD HEALTH CONFERENCE WHO – YAKARTA
«Salud es un derecho humano fundamental y esencial para el desarrollo social y económico… La educación, el derecho a voz de las personas y comunidades son esenciales para la promoción de la salud»

2000 – WORLD HEALTH CONFERENCE WHO – MÉXICO (in Pelicionni, 2000)
«La lucha por más equidad; mejoramientos sociales y económicos para un avance mayor de la condición de salud, comportamiento socialmente responsable en todos los ámbitos.

Ampliación de la capacidad de las comunidades – capacitarlas para promover salud.
Infraestructura adecuada para promover salud… Incluyéndose la promoción de salud en los currículos de diversos niveles, de forma que garantize planificación y alianzas multisectoriales – preparar a los recursos humanos para que actúen de acuerdo con este nuevo enfoque».

SÍNTESIS DE LOS PRINCIPALES TÓPICOS QUE SE DESARROLLARÁN PARA PROMOVER LA SALUD, PROPUESTOS A PARTIR DE LAS CONFERENCIAS: (Desarrollado a partir de Ferreira, J.H.G y Barrios, S.R.L. – 1999)

– Desarrollar habilidades personales

– Estimular diálogo entre «saberes» distintos

– Crear condiciones para que tomen conciencia y se capaciten para reconocer y expresar sus necesidades de salud.

– Crear condiciones para que las personas puedan analizar, críticamente, su realidad e identificar factores determinantes de sus condiciones de salud

– Crear oportunidades para que las personas conquisten la autonomía necesaria para la toma de decisiones que afectan sus vidas

– Estimular la participación en los procesos que interfieren y modifican los determinantes de salud

– Capacitar a las personas para que conquisten el control sobre su salud y condición de vida

– Proveer instrumentos y constituir conocimientos para libertación y cambio

– Proveer instrumentos a la búsqueda de alternativas para la solución de problemas y transformación de la vida cotidiana

– Intensificar los soportes sociales y reforzar la acción comunitaria

– Estimular y movilizar a la población para asumir su compromiso social y a los gestores para el desarrollo de la voluntad política, redefiniendo papeles y responsabilidades

– Buscar el perfeccionamiento de los profesionales de salud con el fin de rediseñar los servicios de salud

– Controlar y mejorar las condiciones de salud y calidad de vida en el ámbito colectivo/comunitario

La Declaración de México, firmada por todos los Ministros de la Salud presentes en la Conferencia en 2000, reafirma: «Reconocemos que la Promoción de la Salud y del Desarrollo es deber y responsabilidad central de los gobiernos y todos los sectores de la sociedad deben compartirla» (Min. Salud – BRASIL, 2001).

Se añaden a todos estos conceptos/propuestas las Orientaciones Estratégicas para Salud y Desarrollo Humano, de la Organización Panamericana de Salud (OPAS,1997):

«La OPS define la salud en el desarrollo como una orientación estratégica globalizada donde se expresa ‘la confluencia de las nueve orientaciones estratégicas (fig 1), en una dirección común, bajo el gran marco englobador de la primera de ellas: la salud en el desarrollo’. Además, es importante observar la aprobación de orientaciones estratégicas como la integración de la mujer en la salud y el desarrollo, la administración de conocimiento, la promoción de la salud y la utilización de la comunicación social en salud, entre otras; en sus contenidos, se comprueba la importancia que se les asigna en la difícil tarea de construir un desarrollo más equitativo y sostenido.

Por su parte, la equidad abarca una parte intrínseca del concepto de desarrollo humano sostenible. La XXIII Conferencia Sanitaria Panamericana destacó que; … la salud en el desarrollo implica, necesariamente, reducir las desigualdades sociales ante la salud, reducir el impacto de la crisis entre los más desvalidos, conformar programas integrales de bienestar social y mejoramiento de las condiciones de vida y de salud de las grandes mayorías, especialmente de los grupos sociales más desposeídos, y transformar los sistemas de salud sobre la base y de un mayor énfasis en las acciones poblacionales de promoción de la salud y prevención y control de daños y riesgos, así como de una mayor participación ciudadana organizada» (OPAS, 1997, p. 3).

Figura 1. Reducción de los grandes problemas que enfrentaron la salud y la transformación del sector en la década del 90
Fuente: Organización Panamericana de la Salud. Orientaciones estratégicas y prioridades programáticas 1991 –1994. Washington. DC: OPS: 1991– ( in OPAS, 1997, p.2).

Todos los puntos subrayados en la síntesis presentada arriba tienen íntima relación con el ámbito de actividades y las funciones fundamentales del Psicólogo de la Salud.

En una recopilación de las principales definiciones que caracterizan esta especialidad, tenemos lo que sigue:

«La Psicología de la Salud es la especialidad en Psicología que interviene en todas las cuestiones que involucran las interacciones por sobre el binomio salud-enfermedad» (GRAU, J. A. -Presidente de la Asoc. Latinoamericana de Psicología de la Salud, Cuba-, 1997).

«El Psicólogo de la Salud es un profesional que puede trabajar en ámbitos tan diversos como: tratamiento psicológico de trastornos orgánicos, en colaboración con tratamientos médicos para diversos trastornos, incluso para la planificación y adherencia al tratamiento, programas de prevención de trastornos orgánicos y psicológicos y, por consecuencia, promoción de conductas saludables» (BUELA-CASAL, G. –Ex-Presidente de la Asoc. Española de Psicología de la Salud, Presidente de la Asoc. Española de Psicología Conductual-España-, 1999).

«El Psicólogo es un profesional que debe trabajar para la promoción de la salud, superando la práctica de prevención» (BOCK,A. -Presidente del Consejo Federal de Psicología-Brasil-, 1995).

Aún sobre este aspecto, la American Psychological Association, la más grande e importante sociedad científica del área, destaca como atribuciones del Psicólogo de la Salud:

1. La identificación precoz de personas en situación de riesgo –definido en términos psicológicos, comportamentales y socioculturales.

2. El desarrollo de programas efectivos de promoción de conductas saludables, considerando particularmente las cuestiones ambientales a las cuales normalmente se someten al individuo.

3. La investigación, el entendimiento y la intervención en cuanto a los factores que permitan una buena calidad de vida para personas portadoras de enfermedades crónicas.

4. La inclusión imprescindible de la perspectiva de realizar estudios e intervenciones en el campo Comunitario y de Salud Pública en los esfuerzos de la Psicología de la Salud.

5. La necesidad urgente de enfocar los problemas de salud desde una perspectiva global

(CHELSNEY -American Psychological Association-Health Psychology Division-, 1993)

Es, por lo tanto, innegable el aporte que el psicólogo como profesional y la Psicología como ciencia tienen para ofrecer a las cuestiones cotidianas que involucran a individuos, comunidades y sociedades en la búsqueda del tan deseado bienestar biopsicosocial.

Sin embargo, en el campo real de las actividades de atención a la salud de la población, desafortunadamente, esto de la aplicación de estas ideas no es lo que se observa.

Partiendo de la formación del psicólogo, todavía fundamentada en un modelo fuertemente clinicalista e intimista, se vee que la formación de los jóvenes que ingresan en las facultades está dirigida hacia su actuación dentro de un modelo ya desgastado, en que no se consideran las cuestiones sanitarias, la visión colectiva de salud y las herramientas de prevención e intervención colectiva, creando una armadura de informaciones que califica muy poco a ese profesional para actuar en el campo de la Psicología de la Salud. Paradójicamente, las demandas sociosanitarias han aumentado exactamente en lo de solicitar la participación de ese profesional dentro de esta área más grande de atención a la salud, extralimitándose los límites de lo que se llamaba antiguamente «salud mental». Ello acaba por generar un problema muy serio, que es ver los espacios siendo ocupados por profesionales mal preparados, que acaban por proveer un servicio de atención muy precario, a pesar de la buena voluntad de muchos de ellos, y no raro crear estigmas sobre la actuación y la función del profesional psicólogo extremadamente negativos ante tanto la población cuanto los otros profesionales de salud que trabajan con ellos.

Se vienen haciendo varios esfuerzos con el fin de invertir este cuadro. Desde los años 90, el Consejo Federal de Psicología y varios Consejos Regionales de Psicología en Brasil han invertido muy seriamente en la cuestión social y en la sensibilización de la categoría para el desarrollo de acciones sociales. Con eso se intenta crear un puente entre lo que es la demanda real de la sociedad y las actividades que el psicólogo viene ejerciendo.

Esas iniciativas tuvieron un significativo marco a finales de 2000, cuando se realizó la 1ª Muestra Nacional de Prácticas en Psicología sobre el tema «Psicología y Compromiso Social», donde se presentaron más de 1500 trabajos de psicólogos del Brasil entero, demonstrando claramente el anhelo de este profesional de inserirse efectivamente en estas demandas.

Las cuestiones metodológicas, así como la falta de visión clara de las entidades formadoras de estos profesionales todavía crean obstáculos fuertes a la resolución de la laguna existente entre el pensar y el hacer. Así como en otros segmentos de las ciencias, también en la Psicología, y a lo mejor de una forma más vehemente, se observa un enorme abismo entre la teoría y la práctica, generando lo que GRAU (1997) realza:

«El amplio espectro de situaciones problemáticas en salud que el psicólogo debe enfrentar para responder a las demandas existentes lo obligan a hacer uso de los recursos teórico-metodológicos disponibles, así como implementar intervenciones que ni siempre son posibles conjugar con un encuadre teórico de la Psicología. Esto ha generado dificultades para establecer la correspondencia entre ambos niveles de abordaje, creando un falsa ruptura, casi mítica, entre los psicólogos prácticos que tienen que resolver problemas concretos en instituciones de salud con cierto, y muchas veces hipercriticado, eclecticismo, y los que trabajan en instituciones académicas. El asunto se agudiza cuando los proyectos de trabajo en instituciones de salud tienen lugar a partir de Universidades y otras instituciones de enseñanza, como frecuentemente sucede en los países latinoamericanos», (GRAU 1997).

La discusión sobre este impasse es todavía incipiente en el medio académico y carece de profundos cambios en el programa curricular para que los nuevos psicólogos que ingresan en el mercado puedan efectivamente satisfacer la demanda que se les impone.

A la vez que hay la cuestión de la formación, para aquellos que ya están en actividad hay el reto del reciclaje, que no se restringe solamente a cuestiones de naturaleza técnica, sino también postural, pues es significativo el número de psicólogos que actúan en Hospitales, Centros de Salud, Unidades Básicas de Salud, Clínicas, etc. que siguen insensibles a las necesidades de la población asistida en esas instituciones e insisten en imponerle el antiguo modelo clinicalista, que no sólo es insuficiente para la demanda, sino lleva fuertes vicios metodológicos, heredados de la tentativa de aproximar el saber biopsicosocial (propio de la psicología) del saber biomédico, creando un fantasmagórico híbrido, muy mal absorbido por los usuarios de esas unidades y también por los otros profesionales de salud que actúan allí.

– ¿Cuáles serían entonces los caminos para efectivamente eliminar estos obstáculos?

– ¿Cuáles son (del macro al micro) las demandas reales sociosanitarias que presenta la población? ¿Y cuáles son las inserciones posibles para el Psicólogo de la Salud en estas demandas?

– ¿Cómo podemos movernos del individual, que es la vocación original del Psicólogo, hacia el colectivo de forma estructurada y metodológicamente adecuada?

– ¿Qué responsabilidades tienen las instituciones formadoras, científicas y representativas de la categoría en cuanto a estas cuestiones?

Para iniciar las reflexiones sobre estas preguntas, es importante rever los estudios realizados en el ámbito Latinoamericano, a través de la OPAS y con la colaboración de otros científicos del área, que proyectan el cuadro macro regional en salud esperado para el siglo XXI y, dentro de éste, se encaminan por diversos campos afines a la práctica en salud:

En cuanto al campo de la Asistencia a la Salud de la Población:

La Atención a la población de 0 a 23 años debe considerar el alto índice de morbimortalidad que asola individuos de este rango de edad. Según la WHO (2000), 20 millones de personas se mueren prematuramente al año en todo el mundo y el 55% de ellas tienen menos que 5 años de edad:

«A cada año más de 11 millones de niños se mueren antes de completar 5 años. El 70% de esas muertes son causadas por 5 enfermedades comunes, pasibles de prevención o de fácil tratamiento, como: neumonía, diarrea, desnutrición, malaria y sarampión». (Division of Child Health and Development (CHD)–WHO-World Health Organization, 1999).

Se seguirá dando a la salud materno-infantil, con énfasis en los trabajos de Orientación y Planificación Familiar, principalmente en los países en desarrollo, especial atención en el próximo siglo. En Brasil el incremento del número de adolescentes que se quedan embarazadas es asustador.

A partir de la década de los 90, se ha constatado que, aproximadamente, el 30% de la población femenina con edad entre 15 y 24 años ya tiene por lo menos un hijo y es marcante el movimiento de esta distribución hacia rangos de edad más bajos -entre 14 y 17 años (IBGE 1999-2). Con respecto a estos números, la Federación de las Asociaciones de Ginecología y Obstetricia divulgó que en 2000 cerca del 30% de los partos realizados en la red pública por medio del Sistema Único de Salud fueron de mujeres con edad entre 13 y 17 años. Igualmente, hubo un significativo aumento de la contaminación por el VIH entre adolescentes.

«El abuso, la violencia y la negligencia continuarán constituyendo áreas importantes de labor en relación a ese grupo de edad, donde destacamos el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, la drogadicción y el embarazo precoz como los problemas más graves que atingen a ese rango poblacional, en que factores comportamentales tienen importante influencia en la instalación y cronificación de esos problemas» (MONTESINOS, 1999).

«Cuatro millones de Familias con niños de hasta 6 años de edad viven, en Brasil, con menos de medio salario mínimo ‘per cápita’ (US$ 31,00). Esto representa un tercio del universo de familias con niños en esa edad en el país… El dato de renta es dramático y afecta profundamente a los niños, incluso influenciando un bajísimo índice de acceso preescolar, que implica su comprometimiento definitivo para el resto de sus vidas» (IBGE 2001).

La salud de los rangos poblacionales más jóvenes se encuentra, por consiguiente, muy amenazada, y ahí es donde se identifica, de forma más intensa, el contraste de la sobreposición de convivencias con los agravios a la salud generados de una parte por las condiciones sociosanitarias y acceso a la educación precarios, en que la morbimortalidad infantil está muy alta, como se subrayó arriba, pero, de otro parte, se agrava el problema a medida que están más expuestos a la violencia urbana y doméstica, sufriendo abusos de los más diferentes tipos, tales como enfermedades de transmisión sexual, embarazo precoz, drogadicción, entre otros, generados principalmente por la intensificación de la migración hacia los grandes centros urbanos, por la degradación ambiental y por los consecuentes perjuicios que ésta causa a la calidad de vida y desarrollo de esos jóvenes.

Considerándose que los mecanismos de afrontamiento psicosociales del niño y del joven son, en muchos sentidos, limitados ya por el hecho de que todavía están en fase de estructuración, ya por la baja condición de las estructuras de sostén ofrecidas por la sociedad (pobreza, falta de acceso a la educación, o alto índice de retiro escolar, malnutrición, promiscuidad social –caracterizada sobre todo por las condiciones de vivienda, ambiente y estructuras sociales relacionadas al ocio, convivencia social sana, entre otros), se observa la creación, ampliación y mantenimiento de un escenario extremadamente nocivo al desarrollo global estructurado de ese rango de la población.

Las cuestiones afectan: comportamiento, autoestima, estructuración de valores, desarrollo de autonomía, capacidad crítica, acaban por experimentar condiciones de extrema precariedad para su desarrollo; lo que significa, en última instancia, que los futuros adultos (aquellos que sobrevivan) se presentarán con un precario repertorio biopsicosocial de recursos para afrontar las vicisitudes de la vida y todos los condicionantes de agravio de su salud global, retroalimentando así este cuadro que ahora se presenta, agravándolo cada vez más.

La colaboración de la Psicología de la Salud en estos problemas, por lo tanto, está íntimamente vinculada a las acciones destinadas a la educación en salud, articulando programas de fomento de la autoestima, impulsando comportamientos saludables y formando competencias para el desarrollo de la capacidad de hacer una lectura crítica sobre su vida y sobre el mundo, de la toma de decisiones, del desarrollo de la autonomía y la ciudadanía, todo esto se debe realizar en los más distintos espacios; en escuelas, centros de salud, núcleos comunitarios, entre otros, donde la participación conjunta entre los agentes de promoción de la salud y las comunidades puedan efectivamente ocurrir.

En este sentido, es interesante destacar algunos puntos relatados en la Carta del Caribe para la Promoción de la Salud (1999) que hay que considerar junto con las cuestiones que aquí se presentan:

«El bienestar de los pueblos del Caribe, que la promoción en salud pretende incrementar, dependerá de las acciones realizadas por las personas y comunidades, con el objeto de modificar los factores esenciales ecológicos y de comportamiento y propiciar sistemas eficientes con respecto a la salud. Las estratégias que garantizarán la comprensión, planificación y ejecución de la promoción de la salud, que adhiren a los principios de equidad en salud, abarcan:

– Formación de normas públicas saludables;

– Reorientación de los servicios de salud;

– Creación de ambientes saludables;

– Fortalecimiento y desarrollo de las capacidades personales relacionadas con la salud, y Construcción de alianzas basadas en los medios de comunicación»

En cuanto a la reorientación de los servicios de salud, el documento dice:

«La ejecución de las estrategias de promoción de la salud exige nada menos que la orientación del sistema de salud para que responda mejor a las necesidades sanitarias de comunidades e individuos. Los sistemas sanitarios que adopten la promoción de la salud deberán involucrar a los miembros de la comunidad para desarrollarlo y garantizar que las decisiones sobre la prestación de servicios tengan su base en procesos reales de participación y consulta nacionales y locales.La equidad será el cemento de estos sistemas. Definir recursos y establecer programas son fundamentales para garantizar que la promoción de la salud asuma la posición prioritaria que le compite.Estos sistemas estarán abiertos a la provisión de servicios no tradicionales y a la realización de investigaciones adecuadas en el campo de la salud y aceptarán como líder cualquier uno de los miembros del equipo de salud» (ANONYMOUS, 1999).

Los programas que tratan de la salud del niño y del adolescente tienen, necesariamente, la obligación de respetar esas propuestas, pues en su base yace el modelo de respeto a la equidad, al derecho individual y colectivo y a la participación activa de la persona como agente transformador tanto de su vida como de su microcosmo social. Estos modelos tienden a influenciar niños y jóvenes de forma muy benéfica, contribuyendo para que se establezca un rumbo positivo para su formación personal y se estructure sus principios y valores, volviéndose decisivas en la formación de una generación mucho más adecuada y saludable para la convivencia con el mundo.

Para el grupo de edad de 24 a 64 años es necesario considerar el incremento de las enfermedades crónico-degenerativas y el avance del SIDA. Es importante destacar que, para los países en desarrollo, la expectativa es que esas patologías aumenten y aun las enfermedades vinculadas al subdesarrollo se mantengan, como Chagas, Malaria, Hanseniasis, Tuberculosis, Enfermedades Parasitarias y otros agravios a la salud asociados a la malnutrición y las precarias condiciones sanitarias.

«La OMS viene preconizando un modelo de salud en que la visión biopsicosocial (1979) del individuo es resaltada, pero hay que considerar que todavía se siguen utilizando indicadores tradicionales de expectativa de vida, asociados con los índices de mortalidad y morbidad»Un gran aporte de la Psicología de la Salud, en estos términos, podría ser la definición de conceptos tales como «Expectativa de Salud «, «Salud Positiva» o aun, como se está discutiendo y presentando muchísimamente en diversos segmentos de la sociedad, ‘Calidad de Vida'» (MONTESINOS, 1999 y SEBASTIANI, 2000).

Considerándose que ese grupo representa, dentro de las escalas de valores de nuestra sociedad, aquél que tiene la mayor inserción en el espectro de la relación «productividad/consumo», es imprescindible considerar que todas las situaciones de agravio a la salud de ese rango poblacional representan, incluso del punto de vista económico, un serio problema. Sin embargo, ese rango es el que está menos expuesto a riesgos si comparado a los otros dos y es también el más refractario a cambios, con el agravante de que es el rango que tiene, en muchos sentidos, responsabilidad directa por la salud de las que lo anteceden y preceden, ya por la relación directa de cuidados, y/o ya por el hecho de que es el rango que tiene más poder de decisión e intervención social, económica y política para los cambios que se hacen necesarios. Un ejemplo significativo de estas constataciones lo muestran los Indicadores Sociales del IBGE (2001), que presentan un dato relativo a la Escolaridad de la Madre x Mortalidad Infantil, en que se constató que el índice de mortalidad infantil de niños cuyas madres tienen cuatro años o menos de escolaridad es de 124,7 por mil, o sea; seis veces más alto que aquél presentado por niños cuyas madres tienen ocho años o más de estudio.

En cuanto a los cambios de perfil epidemiológico que ahora se presentan, el avance de las enfermedades crónico-degenerativas ya es una realidad, puesto que hay un número creciente de mujeres que sufren de enfermedades cardíacas, antes predominantemente masculinas. Asimismo, el incremento de casos de diabetes en los últimos 15 años fue considerable, alcanzando el 50%.

Ambos están asociados al estilo de vida, al estrés, a los cambios ambientales, entre otros factores que han marcado de forma definitiva este cambio de perfil, exigiendo que las políticas de salud, sobre todo aquellas destinadas a la Promoción y Educación en Salud, sean más incisivas para que tengan comportamientos más saludables al sensibilizar a los individuos para que sean efectivamente agentes de su salud y al movilizar a la sociedad, particularmente en relación a ese segmento poblacional, para que asuma un papel más determinante ante los procesos sociales de atención a su salud.

Los aportes de la Psicología de la Salud respecto a eso están fuertemente asociadas a las cuestiones vinculadas al mejoramiento de la calidad de vida, a los cambios de valores y comportamientos y a la formación hacia la ciudadanía, en que la importancia y responsabilidad de inserción del «Adulto Productivo» en los movimientos vinculados a la promoción de salud se muestran como condición si ne qua non para la real implementación de las propuestas presentadas en las Conferencias Mundiales de Promoción de la Salud.

Para el grupo de edad con más de 65 años, la WHO (1998) estima que en 2025 existirán ochocientos millones de personas en el mundo que pertenecerán a este rango. En esas proyecciones, se considera que Brasil será uno de los cinco países del mundo con el más alto número de habitantes con más de 65 años, y los más recientes números indican que tenemos cerca de 14.000.000 habitantes con más de 60 años, lo que representa un crecimiento de más del 100% en tres décadas (IBGE 2000).

Ese cambio demográfico presenta enormes desafíos para la Psicología de la Salud. En las próximas décadas, será necesario establecer programas efectivos y eficientes para la prevención y retardo de las enfermedades que acometen a ese grupo, en la invalidez, para mantener la salud, independencia y movilidad de esas personas.

La evolución de los trabajos de atención a la salud, que repercuten directamente en la disminución de enfermedades infecciosas y en el incremento de la expectativa de vida, trae a la superficie otra cuestión importante:

«Cada vez más, la muerte será causada por enfermedades crónicas o degenerativas.

Esta perspectiva intensifica la necesidad de realizarse trabajos vinculados al control del dolor, disminución del miedo y de la ansiedad ante la muerte y al morirse y, principalmente, a la reflexión sobre los conceptos de «muerte ignominiosa y degradante» y de «muerte digna». En este segmento de trabajo, el incremento de los trabajos en Homecare y en Cuidados Paliativos ya es una realidad instalada en Brasil y, dentro de este espacio de actuación, el Psicólogo de la Salud brasileño ya busca su inserción» (ALBERTO in ANGERAMI 1998, MONTESINOS, 1999 y SEBASTIANI, 1997).

El cuadro a continuación trae algunos datos indicativos de estos problemas, obtenidos en reciente investigación nacional llevada a cabo por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), órgano del Gobierno Federal responsable por las recopilaciones de datos y estudios de los distintos perfiles del país. En esa investigación, que se realizó durante todo el año de 2000, se entrevistaron a 158.649.736 personas, lo que corresponde al 95,25% de los habitantes de Brasil.

En cuanto al campo de la Enseñanza y formación de recursos humanos:

El perfeccionamiento de los psicólogos para actuación en el área e incremento de las actividades de Educación en Salud se muestra como uno de los puntos prioritarios para los cambios que se implementarán en el campo de la formación profesional.

Como de destacó arriba, todavía existen deficiencias de formación en el pregrado y postgrado que necesitan ser más bien cuidadas. La mayoría de los cursos de postgrado, maestría y doctorado en Psicología de la Salud en Brasil se ubican en los grandes centros de producción científica del país, particularmente en las regiones sureste y sur, y hay la necesidad de más incentivos (como ya ocurren) para las regiones norte y nordeste, donde incluso los problemas de salud, en una dimensión sociosanitaria, son peores a causa de la existencia de grandes bolsones de pobreza en esas regiones.

Les faltan a los cursos de pregrado asignaturas básicas relacionadas a la Promoción y Educación en Salud, no sólo tratando de cuestiones epidemiológicas, sino también cuestiones sociales y de educación. Es fundamental que haya un cambio curricular que enfatize la Salud Colectiva de la población y fortalezca la formación del psicólogo dentro de una visión transdisciplinaria.

CONTINI (2000) señala: «Es importante añadir que la producción de la psicología, incluso por fuerza de su constitución como Ciencia, se restringe a la búsqueda de desvanecer los fenómenos psicológicos, produciendo conocimiento y teorías psicológicas; pero en las intervenciones en situación real, estos mismos fenómenos psicológicos están interactuando con otras variantes que son analizadas por otras áreas del conocimiento o por equipos interdisciplinarios. De esta forma, es fundamental adquirir aprendizajes, en el periodo de Formación, que puedan proveer herramientas al alumno para que desarrolle acciones conjuntas con otros profesionales.» Como afirman BASTOS y ACHART (appud CONTINI 2000) «la naturaleza compleja de los fenómenos que demandan la intervención del psicólogo, en los diversos dominios de su campo de actuación, aliada a las concepciones emergentes que intentan ver el fenómeno psicológico en sus interacciones, lleva a la necesidad de integración de múltiplas perspectivas profesionales». Así, el trabajo con otros profesionales se convierte en una exigencia para que el afrontamiento del problema sea coherente con las múltiplas facetas que él asume».

Existe un inmenso campo para que lo explore el psicólogo con su trabajo dentro del equipo multiprofesional en los programas de Educación en Salud, destinados a la capacitación y el perfeccionamiento de los profesionales de salud, pues entre sus distintas habilidades como psicólogo, la capacitación para la labor con grupos trae herramientas para el trabajo relacionado con los cambios de comportamiento, además del conocimiento más profundizado sobre personalidad, autoestima, desarrollo humano, entre otros. Todos son aportes importantes de acuerdo con las propuestas de «suma transdisciplinaria» para acciones en salud.

Según WESTPHAL (2001):

«Como la adopción de un nuevo paradigma (de salud) orienta hacia el desarrollo de nuevas competencias teórico-prácticas y su difusión, se fue cambiando el perfil de las actividades de enseñanza de actualización, pregrado y postgrado lato y stricto sensu para que el profesional de salud fuera preparado para ejecutar tareas tradicionales, de carácter técnico, a la vez que pudiera percibir qué es trabajar en Salud Pública hoy. El gran reto de la nueva práctica, la intersectorialidad y la interdisciplinaridad, requiere profesionales capaces de mantener diálogo técnico y lego con los más variados sectores. Maestros y alumnos deben se capacitar para desempeñar esta actividad y aun otras, antes no necesarias, como la actuación política ante grupos poblacionales, institucionales y órganos de administración pública» (p.2).

Esta nueva realidad está vinculada no sólo a la cuestión de la enseñanza y la formación, sino está asociada de forma integral a las demás cuestiones discutidas a continuación en cuanto a la Investigación, la Bioética y las Políticas de Salud.

En cuanto a la Investigación

Es consenso entre los Psicólogos de la Salud latinoamericanos que la necesidad de incremento en investigaciones y el fomento de estudios para desarrollar metodologías más uniformes están volviéndose cada vez más imperiosas para el perfeccionamiento de la especialidad. La falta deses aun implica una creciente distorsión de los trabajos de naturaleza práctica, fomentando acciones focales emergenciales y manteniendo el alejamiento entre la academia y los profesionales que están en la línea de frente enfrentando las inmensas demandas relacionadas con los problemas de salud de la población.

El campo de la investigación conjunta dentro del área de salud, reforzando el ámbito transdisciplinario e intersectorial que, cada vez más, abarca el nuevo paradigma de la salud debe ser valorado, lo que significa que el Psicólogo de la Salud debe intentar su inserción en aquellos proyectos que consideren esta nueva propuesta, trayendo así dos puntos de contribución importantes a ese, que son: reafirmar la vocación transdisciplinaria que tiene la especialidad; y la presencia de la Psicología con sus aportes en el lugar donde nace este nuevo orden en Atención y Promoción a la Salud, diferentemente de lo que viene ocurriendo con las prácticas actuales en que este profesional, cuando logra su inserción en los espacios (sobre todo hospitalarios), encuentra grandes dificultades de convivencia e intercambio profesional dada la fuerte influencia del modelo biomédico todavía vigente en las instituciones de salud.

Hay que señalar también el hecho de que este profesional tiene mucho más afinidad con las investigaciones cualitativas y cualicuantitativas, que se muestran mucho más adecuadas a la atención de demandas sociosanitarias vigentes.

En cuanto al Campo de la Bioética

La evolución tecnológica versus los conflictos socioculturales y filosóficos viene abriendo verdaderos territorios de conflicto en el campo de la salud. La humanidad no ha logrado procesar de forma coherente y armónica los avances de la ciencia, que traen, indiscutiblemente, innegables beneficios a la población, pero también han generado enormes conflictos sin precedentes históricos en el campo de las cuestiones relacionadas con la Ética Humana y la Vida. La participación efectiva de la Psicología en estos foros de discusión es un aporte imprescindible a que se están convocando a los Psicólogos de la Salud para dar. Si no veamos:

Basándose en las principales suposiciones y las reflexiones sobre Bioética, o sea, los de buscar en las acciones de y para salud el respeto a la autonomía del individuo, la preocupación con la beneficencia y no maleficencia de aquella acción al individuo y/o colectividad, y la justicia dentro de las prácticas en salud, se encuentran enormes desafíos. Estos desafíos comienzan en las relaciones profesional de salud-paciente, se desdoblan en las interacciones con la familia y la colectividad y desembocan en las relaciones usuarios-institución de salud, donde se ponen diariamente a todos una miríada de cuestiones afectas a bioética.

A su vez, en el campo de las investigaciones, otros tantos dilemas han marcado el cotidiano de trabajo de muchos técnicos, incluyéndose a los administradores en salud que se veen permanentemente desafiados a adecuar la asignación de recursos donde los conflictos entre atención de demandas por escasez de recursos materiales y humanos por obligatoriedad de sobrevivencia económico financiera de la institución y presiones que vienen desde diversas frentes (población, mantenedores, profesionales de salud, convenios, entre otros) establecen un proceso incesante de desgastes y acometidas en la búsqueda de equidad y de la aplicación excelente de los principios bioéticos y de productividad.

Este campo de conflictos parece haber caminado de forma muy consistente cuando se discuten micro cuestiones relacionales en una dimensión idiográfica (de individuo para individuo, observando cada persona en cada situación como ente singular). No obstante, cuando estas mismas cuestiones entran en el campo de la salud colectiva, hay la necesidad de una lectura nomotética (abarcando el humano como grupo (s), siendo el colectivo la prioridad) la pluralidad característica de nuestra sociedad se interpone en las cuestiones de la singularidad y del ejercicio pleno de la autonomía individual, generando así innumerables dilemas que apenas comienzan a se delinear.

Por lo tanto, este foro de discusiones también lleva, y mucho, la marca de la transdisciplinaridad y intercausalidad, exigiendo la suma de esfuerzos de los expertos de todos los campos en la búsqueda por propuestas que establezcan un puente equilibrado entre equidad y el respeto a la autonomía, entre el derecho individual y colectivo, en fin, entre el humano en la dimensión de ser-en-sí y su interconexión de ser-en-el-mundo.

En cuanto a las Políticas de Salud

La identidad del psicólogo siempre estuvo muy vinculada a las relaciones más intimistas con énfasis sobre el individuo y solamente a partir de él hacia el mundo. Esta realidad todavía sigue siendo muy marcante en Brasil y otros países de Latinoamérica, y contribuye para que los Psicólogos de la Salud se mantengan alejados de los procesos de decisiones sobre los rumbos de las Políticas de Salud planteadas por los gobiernos. En este aspecto, hay un gran reto en lo que se refiere a una inserción más efectiva y articulada ante los órganos responsables por establecer esas políticas, llevándoles el aporte humanizante que la Psicología de la Salud seguramente les puede dar.

El desempeño puro y simple del papel técnico parece que no es más suficiente dentro del nuevo paradigma de salud, donde la actuación política ante los grupos poblacionales, instituciones y órganos de administración pública pasa a constituirse exigencia fundamental para la buena práctica en salud. Es suficiente repasar las propuestas mencionadas arriba de las Conferencias Mundiales de Salud para que se reitere la importancia de las acciones colectivas en una dimensión política y comunitaria, de forma que abarque, en muchos aspectos, cambios de los modelos de las Políticas de Salud vigentes no solamente en Brasil, sino también en buena parte de los países Latinoamericanos.

Bajo este ángulo en particular, la presencia efectiva del Psicólogo de la Salud se ha mostrado absolutamente incipiente, lo que crea un importante y grave contrapunto a su actividad profesional. Cuando se reanuda los principios fundamentales que orientan los nuevos paradigmas de salud y las propuestas de la propia Psicología de la Salud, se verá que este profesional no ha participado, de forma efectiva, en los grandes foros de discusiones y decisiones de las Políticas de Salud. Incluso dentro de su espacio profesional, su inserción política se ha mostrado muy tímida, quedándose bajo la responsabilidad de unos pocos colegas el esfuerzo de discutir y defender las cuestiones afectas a la Psicología como Ciencia y Profesión en los más distintos ámbitos políticos e institucionales.

A lo mejor este campo es uno de los más desafiadores a la inserción del Psicólogo de la Salud, pues sin una efectiva postura política se corre es riesgo de perder el eslabón más importante de la cadena de acciones y propuestas que hacen factible la labor de esta especialidad en cuanto a las cuestiones de la salud aquí presentadas.

Con base en las reflexiones que se exponen arriba (en el campo de la Bioética y de las Políticas de Salud), uno tiene que estar de acuerdo con los planteamientos de GUARESCHI y CAMINO (appud CONTINNI 2000);

«Entendemos que el proyecto de promover salud, por medio de la práctica psicológica, especialmente en la Educación, necesita tener, en su proceso de construcción, dos dimensiones fundamentales como base. Una es la dimensión ética, que está compuesta de solidariedad al otro y con el otro, a través del cual reconocemos al otro como una persona con quien comenzamos un diálogo y que, con la convivencia, es esencial a nuestra realización humana, y no como simple individuo que está al nuestro lado con quien establecemos un contacto por el simple motivo de la sobreviviencia, en competición potencial con nosotros. O sea, comprendiendo el ser humano como un ser dialógico en su singularidad y alteridad, cuya subjetividad está compuesta por millones de relaciones que establece durante toda su existencia. De acuerdo con esta visión relacional entre los hombres, lo concreto de la ética determina que no haya alguien privado de los derechos sociales básicos de la vida, de lo contrario ella se vuelve inocua, abstracta.

La otra es la dimensión política del compromiso con la transformación social. Camino discute la responsabilidad social de la Psicología y su relación con la construcción de los Derechos Humanos. Para el autor, es posible afirmar que la Psicología participa claramente en los procesos de exclusión/inclusión que se desarrollan en el interior de las sociedades a partir de la manera de definir las diferencias sociales y culturales: diferencias como las de género, raza, normalidad etc. Lejos de simplificar la Psicología según la visión maniqueísta, Camino afirma que es necesario que el avance de las definiciones psicológicas de los diversos grupos sociales no resulte solamente de la acumulación de informaciones sobre esos grupos, sino también de la oposición de visiones que se desarrollan en función de las pertenencias sociales y de las ideologías de los diversos grupos que investigan estos problemas».

En cuanto a la Globalización

Algunos foros diferenciados de Iberoamérica, donde se destacaron las discusiones que tuvieron lugar en el V Congreso Iberoamericano de Psicología de la Salud, ocurrido en 2000 en Cartagena, Colombia, vienen alertando para varias distorsiones que los procesos de globalización pueden e están trayendo. En cuanto al campo de la Salud, y en particular a los trabajos del Psicólogo en este campo, se ha instalado una serie de indicativos que alertan para un riesgo potencial de imposición de una hegemonía de los países de más desarrollo del Hemisferio Norte sobre los países en desarrollo. La información en tiempo real, los grandes intercambios, la democratización del conocimiento son, sin ninguna duda, grandes logros que se pueden atribuir, en parte, a la globalización. Sin embargo, hay que considerar que las variables socioculturales y regionales crean demandas específicas y que, en el caso de los países en desarrollo, éstas se muestran «poco interesantes» a los que tienen el mayor poder económico.

Consecuentemente, los intereses mayores de los países con más desarrollo influencian su poder de intervención sobre los mecanismos de la globalización y acaban por intervenir y aun determinar valores, posturas y conductas que no son necesariamente compatibles con las necesidades de los otros países. Ante esto, se corre el riesgo de instalar un proceso de «recolonización», en el cual, importando modelos y estableciendo prioridades que a lo mejor no sean coherentes con las reales necesidades de las poblaciones latinoamericanas o de cualquier otro país que no pertenezca al primer mundo, se mantendrá retroalimentada toda la estructura generadora de las disparidades e inequidades que aquí se discuten.

La carta de Bogotá se muestra como uno de los documentos oficiales de la OMS/OPAS más contundente sobre aquello que se refiere a las reales condiciones de y para la Salud de América Latina y lleva importantes denuncias para que las escuchen y cuiden todos los individuos y grupos dedicados a las cuestiones de la salud en este subcontinente. Sin duda, este llamamiento se aplica de forma directa a los Psicólogos de la Salud:

Promoción de la Salud en América Latina

La Promoción de la Salud en América Latina intenta crear condiciones que garantizen el bienestar general como propósito fundamental del desarrollo, asumiendo la relación mutua entre salud y desarrollo. La Región, apartada por la inequidad que se agrava a causa de la prolongada crisis económica y los programas de políticas de ajuste macroeconómico, enfrenta la deterioración de las condiciones de vida de la mayoría de la población, junto con un aumento de riesgos para la salud y una reducción de recursos para enfrentarlos. Consecuentemente, el reto de la promoción de la Salud en América Latina consiste en transformar esas relaciones, conciliando los intereses económicos y los propósitos sociales de bienestar para todos, así como trabajar por la solidariedad y equidad social, condiciones indispensables a la salud y al desarrollo.

Sectores importantes de la población no han logrado satisfacer las necesidades básicas para garantizar condiciones dignas de vida. Esas desigualdades complejas y que causan agonía, tanto de carácter económico, ambiental, social, político y cultural como relativas a la cobertura, acceso y calidad de los servicios de salud, tienen la tendencia de agudizarse a causa de la reducción histórica del gasto social y de las políticas de ajuste. Por lo tanto, es difícil enfrentar y resolver estos problemas con la perspectiva de alcanzar la salud para todos.

La situación de inequidad de la salud en los países de América Latina reitera la necesidad de optarse por nuevas alternativas en la acción de la salud pública, destinadas a combatir el sufrimiento causado por las enfermedades del retraso y la pobreza, al cual se sobrepone el causado por las enfermedades de la urbanización e industrialización. La Región presenta una situación epidemiológica, caracterizada por la persistencia o resurgimiento de endemias con la malaria, cólera, tuberculosis y desnutrición; por el aumento de problemas como el cáncer y enfermedades cardiovasculares y por el surgimiento de nuevas enfermedades como el SIDA o las resultantes de la deterioración ambiental. En este panorama, la promoción de la salud destaca la importancia de la participación activa de las personas en los cambios de las condiciones sanitarias y en el modo de vivir, ajustados con la creación de una cultura de salud. Así, la diseminación de informaciones y la promoción del conocimiento constituyen valiosos instrumentos para la participación y los cambios de los estilos de vida en las comunidades.

En el ámbito político también existen obstáculos que limitan el ejercicio de la democracia y la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones. En estas circunstancias, la violencia –en todas sus formas– contribuye mucho para la deterioración de los servicios, es causa de numerosos problemas psicosociales y constituye el fundamento en que están inscritos numerosos problemas de la salud pública.

Lo que se espera de la equidad es eliminar las diferencias desnecesarias, evitables e injustas que restringen las oportunidades de alcanzar el derecho al bienestar. Cada sociedad define su bienestar como una opción particular de vivir con dignidad. El papel que le corresponde a la promoción de la salud para alcanzar este propósito consiste no sólo en identificar los factores que favorecen la inequidad y proponer acciones que disminuyan sus efectos, sino también en actuar además de eso, como un agente de cambio que conduzca transformaciones radicales en las actitudes y conductas de la población y de sus dirigentes, origen de estas calamidades» (WHO/OPAS – Bogotá, 1992).

En 1997, la OPAS reitera estas cuestiones enfatizando los desafíos que la globalización lleva:

«Se demuestra así la continuidad en el pensamiento de la organización Mundial de Salud en relación a la concepción del desarrollo con un proceso cuya finalidad es el desarrollo integral y sostenible del ser humano en una dimensión temporal que transciende a la coyuntura y no hace peligrar la posibilidad de que las generaciones futuras disfruten de sus beneficios. Asimismo, se destaca la reafirmación del compromiso de la OPS con el desarrollo humano sostenible a través de los consideraciones fundamentales: la ubicación en el primer plano jerárquico de la orientación estratégica de la salud en el desarrollo humano, aprobada por la XXIV Conferencia Sanitaria Panamericana, y la referencia sobre el aporte que la salud puede brindar al proceso de globalización, entendiendo que los cambios que se le plantean al sector no pueden estar restringidos al contexto de las reformas tradicionales sino que, por el contrario, deben incorporar conceptos sobre cómo se percibe, se valora y se consigue que la salud sea un componente fundamental del desarrollo humano.

… La Agenda Regional en Salud centra el problema en la necesidad de dar atención prioritaria al capital humano, destacando el papel que en él juega la salud y planteando, al mismo tiempo: la tarea urgente de documentar y analizar los efectos del crecimiento estancado, de la crisis económica general, de la desigualdad social y de la multiplicación de la pobreza extrema sobre las condiciones de salud de la población, sobre la capacidad social de producción de servicios de salud pública y atención medica y sobre la asignación de recursos públicos y privados para financiar las acciones de salud» (OPAS, 1997. pp. 1,2,5,6).

Cuando se hace un balance de los datos relatados arriba, considerando en particular el hecho de haberse pasado prácticamente una década desde la Carta de Bogotá, desafortunadamente se constata un cuadro que ha cambiado muy poco. En estos diez años, los países latinoamericanos continuaron siendo castigados por crisis políticas, económicas e incluso desastres naturales que debilitaron más y más sus frágiles economías y sistemas de sostén social. En una breve retrospectiva, es importante recordar que aún en 92, Cuba sufrió un gran impacto con los cambios ocurridos en el Este Europeo y pasó a enfrentar aun más dificultades debido al embargo impuesto por los EE.UU., su crecimiento económico entre los años 91 y 96 registró un índice negativo del –4,8% (OPAS 1997), su modelo de salud pública – referencia para todos los países Latinoamericanos– sufrió y viene sufriendo mucho con las enormes dificultades económicas a que el país fue y está sometido. Brasil, Argentina y México vieron por más de una vez sus economías desplomaren, a través de indescifrables maniobras del llamado «capital especulativo internacional», y tuvieron que priorizar sus políticas macro económicas alineadas con las doctrinas de las Instituciones Financieras Internacionales con un gravísimo perjuicio social. Perú, Paraguay y Bolivia vivieron y todavía viven bajo el fantasma de la enorme instabilidad política, a causa del cual experimentaron periodos prolongados de regímenes de exclusión. Colombia sigue sufriendo las terribles amarguras de una interminable Guerra Civil que se arrastra por 36 años, comprometiendo el país como un todo. Venezuela vive constantemente bajo el zumbido persistente de crisis económicas y enfrenta grandes adversidades políticas.

Además, México y El Salvador fueron aun castigados por terribles fenómenos naturales que costaron miles de vidas y resultaron en un serio perjuicio para la reconstrucción de las áreas atingidas. Países menores de América del Sur, como Suriname, han sufrido en las manos de los narcotraficantes.

La miseria, la ignorancia y el desprecio en que viven prácticamente el 80% de la población latinoamericana se imponen como las mayores de las enfermedades, generadoras de todas las otras, en una dimensión biopsicosocial.

Aún así los países y poblaciones de este subcontinente son vistos por los mismos poderes que se les impuso esa saga como «mercados emergentes». Lo poco que se ha logrado crecer, a pesar de todas esas adversidades, ha sido visto como «incómodo» para los países con más desarrollo. Si los países latinoamericanos «consumen» y permanecen en «sus lugares», todo va bien. Pero si se atreven a reivindicar espacios mundiales y derechos, son severamente punidos.

No hay la más mínima duda de que este mosaico casi surrealista afecta directamente la Salud y la Calidad de Vida de las poblaciones Latinoamericanas, así como las de todo el mundo «subdesarrollado» o «en desarrollo».

Que se reanude, entonces, al principio de este artículo, donde se presentó un mundo donde, cada vez más, los problemas son planetarios y de profunda inter-influenciabilidad, pero sin olvidarse que cualquier postura hegemónica, o cualquier intento de universalizarse normas, imposiciones, sanciones, están en contra el respeto a la pluralidad y autonomía de las poblaciones. No se puede confundir, en ningún momento, el esfuerzo conjunto que busca la equidad en el mundo actual con la idea de que los más fuertes deban imponerse sobre los más débiles, los más ricos sobre los más pobres, los desarrollados sobre los subdesarrollados, aunque esto pueda parecer (paternalísticamiente) una intención beneficente. El respeto a la autonomía y autodeterminación de los pueblos y países debe convivir con la necesidad de cooperación y tolerancia. Todos experimentan el mismo momento de transición y, en muchos sentidos, sin modelos de referencia. Sin embargo, hay que tener cuidado con la faceta humana, todavía muy fuerte, de establecer relaciones de dominantes-dominados. Los Países «en desarrollo» tienen particularmente la enorme responsabilidad de definir su posición como el fiel de la balanza de la transición y, en este sentido, una porción importante de los países Latinoamericanos constituye este bloque mundial.

Por lo tanto, tratar de las cuestiones globalmente no puede, en ningún momento, significar la exclusión de identidades regionales, de necesidades específicas y de derechos comunes. La perspectiva de equidad tiene como una de sus primeras suposiciones el respeto al ser humano en su dimensión singular, en su micro inserción en el mundo y en la pluralidad que constituye hoy la comunidad del planeta.

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* Zeith Geist: del alemán «Espíritu del Tiempo», el término es utilizado por los autores de la línea Fenomenológica con el propósito de identificar un Fenómeno que influencia, a su tiempo, personas, pueblos, costumbres, creencias determinado por los procesos multiactuantes de influencias y cambios dinámicos experimentados por los individuos.

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Citar:

Werner, R., F-Pelicioni, M. & B-C, H.(2003, 06 de diciembre). La psicología de la salud latinoamericana hacia la promoción de la salud. Revista PsicologiaCientifica.com, 5(14). Disponible en:https://psicologiacientifica.com/psicologia-de-la-salud-latinoamericana

3 comentarios en «La psicología de la salud latinoamericana hacia la promoción de la salud»

  1. Estimados colegas, me parece muy buena la reflexión porque reflexionamos aspectos donde podemos hacer un buen trabajo como agentes de cambio ante las innumerables problemáticas que existen en Latinoamérica… y todo el trabajo que implica para realizar esos cambios desde nuestro propio contexto, y me da mucho gusto que Uds. hayan iniciado esa transformación de beneficios individuales y colectivos.

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  2. En Latinoamérica hace falta más información respecto a la importancia del trabajo que se realiza en el área de promoción de la salud. Este es un trabajo muy interesante porque destaca que la promoción es el primer paso para brindar una mejor calidad de vida a las personas, haciendo énfasis en el reconocimiento de sus necesidades, así como su plena satisfacción.

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  3. Es más que importante e interesante el trabajo que vienen realizando nuestros colegas en Brasil, en verdad me siento muy orgulloso de pertenecer al gremio de Psicólogos, pues también cuento con una Maestría en Salud Pública, la cual estoy poniendo en práctica en mi país, lo que sí espero es poder estar en contacto con ustedes haber cuando podrían visitarnos a nuestro país y así realizar un intercambio de ideas respecto del tema. La Psicología está inmersa dentro de todas las ciencias y eso es algo que no debemos olvidar, adelante y que sigan creciendo colegas.

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