Desde el comienzo de los tiempos es mal visto si el varón, a cualquier edad, demuestra su padecimiento o su queja, puesto que el modelo histórico-cultural homologa víctima con mujer o niño (a). Es más: hoy en día hay numerosos programas de lucha por los derechos de la mujer que se enfocan hacia ésta, como es lógico, y en forma preventiva, también hacia la niña, lo que es correcto. Pero ¿y el niño? ¿no debería estar en algún proyecto de educación para exonerarlo de determinadas normas que rigen la masculinidad desde siempre? Es cierto que tales programas existen en algunos lugares, pero llamativamente, por separado de enfoques como el citado anteriormente.
Durante la infancia
Desde la lactancia, niños y niñas aprenden a ser, lo que implica:
– Aprender a vivir juntos
– Aprender a conocer
– Aprender a hacer
1. Para empezar, el niño es (desarrollo físico-motor)
2. Luego el niño piensa y conoce (desarrollo cognoscitivo)
3. Luego el niño siente (desarrollo afectivo-motivacional)
4. Luego el niño se recrea y actúa (desarrollo ético-estético)
Ante las agresiones de cualquier índole, tanto varones como niñas se caracterizan por desarrollar numerosos síntomas. Pero los varones son especialmente presionados para reprimir tales manifestaciones por todo su entorno: familiar, amistoso, educacional.
Se les inculca que debe demostrar su hombría, que no es afeminado, para lo cual tiene que agredir, defenderse, no buscar ayuda, mostrar que es más fuerte que su oponente, etc.
Si es agredido sexualmente, el varón aprenderá que el secreto impuesto por su agresor (a), que logró romper al contárselo a sus padres, ahora lo tiene con estos, y si lo rompe podría ser visto como niña, no se casaría, le harían bromas muy gruesas. Y sus maestros -y esto lamentablemente con frecuencia es cierto- cuidarán a los otros niños (as) de él, por temor a que los ataque, y hasta pedirán que lo cambien de escuela. El niño víctima es ‘culpable’ de su situación.
En la adolescencia
Se puede decir que la capacitación para varones sigue en términos cada vez más duros, sin necesidad de que haya existido abuso alguno. Pero, si lo hubo en su infancia y reaparece ahora o empieza recién en esta etapa, por mejor que sea la evolución del joven dentro de lo esperable, el rechazo del cuerpo y de la sexualidad emerge con fuerza de ley. Esto sumado a que, desde la infancia, la persona «niega» su cuerpo abusado; por tanto, no lo conoce ni vive en armonía con él. Así que el acceso a la genitalidad adulta y su evolución posterior oscila comparativamente entre manejar un auto con los ojos cerrados o abriendo un ojo en forma intermitente.
Es dable observar la articulación de lo social, cultural y familiar más el factor violencia.
En qué términos se traduce la proyección de la génesis de los vínculos en la conducta adolescente, cuando se desfasa en forma violenta bajo sus dos grandes formas:
1. Pública. Visible, sobre la sociedad: pandillas, delitos, desmanes.
2. Privada. Invisible, sobre la familia, sobre sí mismo.
Con características comunes y propias de cada uno:
– El adolescente: hacia fuera, hacia la sociedad
– La adolescente: hacia adentro, hacia el cuerpo y los vínculos
Aun con este predominio destacado, también se observan aspectos a la inversa en los dos sexos. Es así que los varones adolescentes también padecen bulimia, por ejemplo, además de:
– Agresión, crueldad, delincuencia e hiperactividad.
– No mostrar sus sentimientos.
– Porte de armas.
En la adultez
Al llegar a la adultez, aún sin antecedentes de abuso sexual, ya se han constituido sólidamente lo que se conoce como las cárceles del hombre, y el cómo someterlas, ignorarlas, no manifestarlas ni tenerlas en cuenta: Intelectualización, Restricción y Culpa, las tres relacionadas con el cuerpo y las emociones. En función de todos los prototipos inculcados por la sociedad, la cultura, la familia, tienen muy claro que:
– Deben estar siempre en control: de sus emociones, de otras personas y de su entorno.
– Definirse a sí mismos como hombres por el grado al que puedan alcanzar con éxito este control.
– Víctima es equivalente a femenino.
– No creen que serán una víctima, especialmente en el terreno sexual.
Esto genera resultados que: inciden en la economía, la sanidad, la efectividad laboral, la convivencia, la integración, etc. Es decir, se proyectan en la sociedad pero pasan generalmente inadvertidos porque sus orígenes son reprimidos y desconocidos. El rol de género que desde siempre le impone la cultura, le exige un estatus para cumplir con el cual deberá fumar, beber, mentener una determinada apariencia (ropa, deporte), mantener determinado nivel para su familia, etc. Se podrá decir que sólo es un sector de la población, pero no es así: el hombre de menos recursos cambiará el whisky por cerveza, el tenis por la cancha barrial, las jornadas ejecutivas por la mesa del bar y las barajas. Irá a pescar para llevar comida a su familia, etc.
El estrés, la tensión, el desgaste de la exigencia cotidiana se traducen en:
1. Irritabilidad y trastornos del sueño.
2. Trastornos psicosomáticos a nivel: cardiovascular-respiratorio (asma), gástrico (úlcera), dermatológico (piel).
3. Los mayores índices de suicidio mundial se vinculan a hombres de edad media.
4. No consultan al médico porque esto menoscaba su auto-imagen de fortaleza.
5. No tienen con quien hablar de sus miedos, soledad, fantasías de muerte.
Efectos del abuso sexual en cualquier persona (por lo tanto también en niños varones, adolescentes varones y hombres). Se expondrá uno solo.
Consecuencias en el curso del Pensamiento
Desvía el Proceso Cognitivo
1. Si el abuso ocurre antes de los 6 años:
a. No accede al pensamiento operatorio.
b. Se bloquea la causalidad.
c. No desarrolla la lógica en los vínculos.
d. Su pensamiento es figurativo, sin causalidad, una sucesión aleatoria.
¿Por qué?
– Antes de los 6 años la lógica nace de la acción.
– La inmovilidad, silencio, secreto, aislamiento del abuso, no la permite y bloquea todos los procesos que se basan en ella.
2. Si ocurre después de los 7 años:
a. El pensamiento operatorio se desvía al figurativo.
b. Pierde o empobrece las nociones de temporalidad y causalidad: todo se vuelve fijo -aquí y ahora-, sin un devenir.
c. No vincula actos con protagonistas (por efecto del secreto del abuso).
3. Si ocurre al adolescente. Ya posee:
a. Causalidad
b. Pensamiento operatorio
c. Juicios
d. Nociones de valores
e. Noción de lo justo y lo injusto
Pero en la adolescencia:
– Todo es dual
– Propenso a la inmediatez (acting-out)
4. Al llegar a adulto padece:
a. Trastornos mnémicos: amnesia, olvido, bloqueo.
b. Distorsiones cognitivas
c. Percepciones erróneas del entorno
Es necesario tener en cuenta que si se piensa distorsionado, si se percibe mal la realidad, todo se enmaraña y confunde. «Si el niño no recibe asistencia oportuna, esa distorsión se instala y sigue su curso como estructura del pensamiento». Y sólo se está hablando de una función. Entonces, hay que tener muy presente que durante el curso del Abuso Sexual, se observa un proceso de Fusión entre:
Cuerpo + Mente + Historia Personal del Adulto(a) Agresor(a)
Y
Cuerpo + Mente + Historia que se va forjando del niño(a)
Consecuencias de dicha Fusión
– El niño (a) desarrolla una estrategia vincular, (no consciente, que no se desarrollará aquí porque no es el tema específico).
– La proyecta en cada vínculo toda su vida.
Llamativamente, la literatura que muestra las vinculaciones entre hombre agresor y víctima mujer o niña, admite gradualmente el rubro niño varón; pero la adolescencia, dentro del mismo trabajo, viene en su rescate, transformándolo en lo más próximo a un posible hombre agresor y alejándolo injustamente de las secuelas que, sin duda, le han quedado y, por ende, de toda medida de rehabilitación, recuperación, etc., que debieran corresponderle. Con suerte podrá haber algún apartado de escasos renglones, mencionando esto.
En la práctica clinica, los terapeutas de adultos (as) que han sido abusados en su infancia y/o adolescencia y no han tenido la oportunidad de romper ese secreto hasta avanzada la adultez, aprenden oyéndolos ¡cuánto les cuesta superar esa experiencia! Para empezar, cuanto les cuesta contarla. Los hombres abusados en la niñez:
– Se sienten abrumados por los devastadores efectos del abuso.
– Se ven a sí mismos como víctimas indefensas pero no pueden transmitirlo.
– Luchan por sobrevivir cada día.[sociallocker]
– Temen convertirse en ofensores, lo que aumenta su sufrimiento.
– Son proclives a sufrir nuevos abusos en otras áreas de la vida (estafas, exceso de autoridad de superiores).
– Con frecuencia participan de actividades para ayudar a que el mundo sea más seguro.
– En la relación con sus hijos (as): son responsables, a veces sobre-protectores en exceso.
– Aprenden habilidades con facilidad.
– Se involucran en movimientos contra la injusticia social.
Para estos hombres sobrevivientes de tales agresiones, las presiones sociales y los patrones de condicionamiento masculino:
– Les dificulta reconocer el hecho de haber sido abusados
– Hablarlo
– Buscar ayuda adecuada
Necesitan ser escuchados y aceptados. Su mayor temor es:
– Ser juzgados y/o culpabilizados
– Temen a los mitos y prejuicios
– Guardan el secreto por temor a la homofobia
– Padecen miedo de las consecuencias de la revelación
– Temen ser estigmatizados por prejuicios populares equivocados
– Les preocupa sobremanera: su sexualidad; su identidad masculina; su lugar entre los hombres; la masculinidad de su conducta; sus preferencias sexuales; su capacidad para la intimidad sexual; todo lo que afecta sus vidas cotidianas durante años después de que terminó el abuso.
De acuerdo con el australiano Dez Wildwood (1995), «La profunda ignorancia acerca del abuso sexual de hombres y niños es parte de una cultura de silencio. Habla también de lo que llama el dominio masculino» sobre los hombres, que se ve en aquellos ámbitos donde la jerarquía es primordial (clubes de hombres, prisiones, fuerzas armadas) y opina que los hombres agredidos en su adultez, lo son en función de poder, control, dominación y humillación.
El tabú del tema de los ataques sexuales contra hombres adultos, siguiendo a este autor y como se corrobora en la clínica, se fortalece cada vez más por la desinformación, que se apoya además en:
– Lo difícil que es para los hombres aceptar el hecho de haber sido atacados sexualmente.
– El temor a las reacciones de otras personas que aumentan la sensación de ser victimizados.
– Lo difícil que les resulta creer lo que les ha ocurrido.
– La certeza de que si revelan que fueron abusados sexualmente, su «hombría» y orientación sexual serán cuestionadas.
– Temen un nuevo ataque sexual
Es muy claro que la demanda de capacitación para atender varones, de cualquier edad, es muy baja en todo el mundo, por los prejuicios de los propios profesionales, la ignorancia de la sociedad sobre el tema y la no consulta, puesto que culturalmente el varón es el agresor.
Recapitulando
No se puede olvidar que:
1. Los hombres fueron niños primero.
2. Las víctimas más numerosas de toda forma de agresión en todo el mundo, son las niñas y los niños.
3. No nacieron con muchas de esas características que otras mujeres y hombres les fueron inculcando a través de pautas culturales acuñadas desde mucho antes.
4. Los delitos cometidos contra niños (as), son los de más bajo registro en el mundo entero.
5. Los DH de niños (as) son los menos contemplados en casi todas las legislaciones.
6. El progenitor que más ataca a niños (as) universalmente es la madre.
7. Los hombres no lloran, porque a través de los tiempos mostrar las emociones es cosa de mujeres.
8. El prejuicio cultural milenario que dice los hijos son de la madre, alimenta más el desamor masculinizante con el padre.
9. Las madres también les enseñan a no ser débiles, flojos, llorones como las niñas, etc. En cambio, les exigen con el cuestionable aval socio-cultural, ser fuertes, determinados, no cansarse nunca, poder con todo, mantener a la familia, tener carácter, mandar, poner orden, no dejarse mandar porque aquel que lo hace es un infeliz, etc.
No se puede olvidar tampoco que:
1. Si no se enseña «desde la cuna» los verdaderos valores que harán posibles los cambios que se reclaman, no aprenderán solos (as) a la edad que le parezca a los mayores que deben «tener claro» esto y aquello.
2. Para enseñar desde la cuna, lo deben tener muy claro quienes enseñan.
3. Para eso se debe aprender lo que nunca nadie enseñó (en general).
4. No hay un Día del hombre porque está implícito en la cultura desde que el mundo es mundo.
5. Las mujeres participan de dicha cultura y la transmiten; no son conscientes de ello, ni los hombres tampoco.
6. Cuando un niño varón es agredido sexualmente, lo más común es que la familia le pida -y exija- secreto porque si no, van a decir que se volverá afeminado y no se casará, etc., dificultando su re-integración.
7. Que la demanda casi inexistente de consulta por parte de los hombres que han sufrido agresiones graves -sexuales o no sexuales- hace que la oferta de técnicos hombres en esta área se mantenga casi en nivel cero.
8. Todo esto es universal.
9. Sólo las mujeres se interesan en estos temas y en forma bastante aislada.
10. El hecho de que sean mujeres, limita aún más el número de consultas masculinas. Este silencio debe romperse
La ausencia de datos numéricos reales, refleja sólo una consecuencia de las muchas y muy graves que este silencio oculta, ya que es impensable que los varones niños y adolescentes y los hombres afectados por agresiones violentas, sin importar las que sean -más aún las de índole sexual-, no tengan secuelas tan serias como las de mujeres y niñas, ni necesidad de ayuda. Si se logra concienciar y encaminar esto adecuadamente, tal vez, se podrían reducir las agresiones sexuales en algún grado, por mínimo que sea, aunque la esencia del planteamiento de la autora de este trabajo está enfocada a la calidad de vida de varones de cualquier edad, en su condición de afectados y en función de sus DH indiscutibles.
Referencias
Barudy; J, (1998). El dolor invisible de la infancia. Buenos Aires. Paidós.
Barudy, J,(2005). Los buenos tratos en la infancia, Barcelona. Gedisa
Besten, B, (1997). Agresiones a niños. EEUU: Editorial Herder
BICE-(2002). Violencia sexual contra niños(as) y adolescentes. Montevideo: Editado por Bice
Bolwby, J; (1990). El vínculo afectivo volúmen 1. Barcelona: Paidós
Burín, M-Meler, I; (2004)-Varones, Buenos Aires: Paidós
Cantón Duarte-Cortés Arboleya, (1995), Malos tratos y ASI. Madrid: SXXI
Cerezo, Fuensanta, (1997). Conductas agresivas en la edad escolar. Barcelona: Pirámide
Cirillo, S; Blassio, P; (1997). Niños maltratados. Milán: Paidós
Corsi, J, (compilador), (1994). Violencia doméstica. Buenos Aires: Paidós
Corsi,J, (compil), (1995). Violencia masculina en la pareja. Buenos Aires: Paidós
Corsi, J, (compil), (2003). Maltrato y abuso en el ambiente doméstico. Buenos Aires: Paidós
Díaz, A; Bin, L, (2006). Atención, memoria y resiliencia. Madrid: Lugar
Dutton, D, (1997). El golpeador. México: Paidós
Echeburúa, E, (1998). Personalidades Violentas. España: Pirámide
Fernández, T; López, A, (2006). Trabajo social en grupos. Madrid: Alianza
Fernández, A, (1993). La mujer de la ilusión. Buenos Aires: Paidós
Ferreira, G, (1995). Mujeres maltratadas. Buenos Aires: Sudamericana
Finkelor, D, (1980). Abuso sexual a menores. Londres: PAX
Giberti, E; Fernández, S; (compil), (1989). La mujer y la violencia invisible. Buenos Aires: Sudamericana
Glaser, D; Frosh, S; (1998), Niños maltratados, Buenos Aires: Paidós
Henderson, N; Milstein, M; (2003), Resiliencia en la educación, Barcelona, Paidós
Intebi, I, (1998), Abuso a niños hasta en las mejores familias. Buenos Aires: Granica
Jonson, D; Jonson, T; (1995),.Cómo manejar la violencia escolar. México: Paidós.
Kahn, S; Bahn, M, (1980), El vínculo fraterno
Kotliarenco-Cáceres-Álvarez, (1996). Construyendo en adversidad. Santiago de Chile: Ceanim
Lambertti, S, (1998). Violencia y abuso sexual. Buenos Aire: Universidad
Lambertti, S-(compil), (2003). Maltrato al menor. Buenos Aire. Universidad
Lassus, M C, (2005). Capacitación de operadores intervinientes en proceso judicial de violencia doméstica. cap. 4. Álvarez Editor.
Luna, M, (1997). Qué hacer con menores y familia. Buenos Aires: Lumen Humanitas
Madanés, C, (1995). Violencia masculina. Barcelona: Granica
Marshall, W, (2001). Agresores sexuales. Barcelona: Ariel
Matturana, H y otros, (1985). Violencia en distintos ámbitos. Santiago de Chile: Dolmen
Murcia Valcárcel, E, (1997). El matriarcado patológico. España: Herder
Moccio, F, (1994). Taller de terapias expresivas. México: Paidós
Mondragón, J; Trigueros, Isabel, (2002). Intervención con menores. Madrid: Nancea
Niehoff, D, (2003). Biología de la violencia. Barcelona: Ariel
Pérez Ferreiro, M; Schurmann, AE (1995) Niños y adolescentes en conflicto con la ley. Montevideo: Álvarez
Perrone, J; Nannini, (1997). Violencia y AS en la familia. París: Paidós
Peyrú, G. y otros, (2003). Violencias sociales. Barcelona: Ariel
Batres, G, (2000). Proyecto I.L.A.N.U.D.-4 volúmenes-ONU. Puerta, M P, (2002), Resiliencia. Bogotá: Lumen Humanitas
Ravazzola, M C, (1997). Los maltratos en las relaciones., Buenos Aire: Paidos
Redondo, S, (2000). Personalidades violentas. Madrid: Pirámide
Sanmartín, J, (2002). La violencia y sus claves. Barcelona: Ariel
Sanmartín, J, (2002). La mente de los violentos. Barcelona: Ariel
Stevenson, O, (1992): Atención al niño maltratado. Buenos Aire: Paidós
Suárez Ojeda, E,(compil), (2001), Descubriendo la propia fortaleza, Buenos Aire: Paidós
Varma, V, (2005), La violencia en niños y adolescentes, Sevilla: Trillas
Vázquez Mezquita, B, (1995). Agresiones sexuales. Madrid: SXXI
Velásquez, S, (2003). Violencias cotidianas de género. Buenos Aire: Paidós
Welldon, E, (1980). Madre, virgen, puta: idealización y denigración de la madre. Londres: SXXI
Wildwood, D, (1995), Sexual abuse of men and boys. Australia: Editorial XY
Wollman, B, (1978), EL niño ante el temor, el miedo y el terror. México: Laser-press.[/sociallocker]
–
Citar:
Lassus, M. C. (2008, 18 de abirl). Silencio de género: cuando la víctima es un niño varón. Revista PsicologiaCientifica.com, 10(19). Disponible en:
https://www.psicologiacientifica.com/nino-varon-victima-silencio-de-genero