Inteligencia emocional y miedo en estudiantes universitarios de Ceuta

Federico Pulido Acosta
Universidad Granada, España

Resumen

Se pretende conocer los niveles y relaciones de Miedo y la Inteligencia Emocional (IE) en el alumnado universitario de la ciudad de Ceuta. Para ello, se contó con 225 participantes, el 76.4% fueron mujeres y el 23.6% varones. El 27.1% fueron musulmanes y el 72.9% cristianos. Como instrumentos se emplearon la adaptación de Matesanz (2006) del FSS y una adaptación propia del MSCEIT (Mayer, Salovey y Caruso, 2009). Aparecen niveles bajos en Miedo y medio-altos en IE, influyendo la cultura/religión y el estatus socio-económico-cultural en la Inteligencia Emocional, mientras que el género sólo influye en el Miedo. No se halló relación estadí­sticamente significativa entre Miedo e IE, sin embargo, sí­ se encontraron estas diferencias en dos de sus factores: Conocimiento de sí­ mismos y Habilidades Sociales.

Palabras clave: miedo, inteligencia emocional, rendimiento académico, contexto pluricultural.

La cambiante actualidad obliga a los Sistemas Educativos a retos cada vez más profundos y audaces, siendo cada vez más las voces que cuestionan la exclusividad de la inteligencia racional, como factor más influyente para alcanzar el éxito académico, entendiendo que existen otros que también habría que tener en cuenta, como por ejemplo, las inteligencias emocional (Filella, Pérez, Agulló y Oriol, 2014) y social.

Partiendo del concepto de emoción, se toman como partida la teoría defendida por Pulido y Herrera (2015), centradas en tres componentes cruciales: componente experiencial-cognitivo, componente fisiológico y reacción conductual, de carácter adaptativo. Desde esta perspectiva, una emoción consiste en el análisis perceptivo-cognitivo de una situación que desencadena un correlato fisiológico y, que a su vez, tiene una función adaptativa al influir en la conducta del sujeto ante el medio y los demás y que es vivenciada como tal.

Dentro del ámbito de las emociones, deliberadamente se ha querido focalizar en el Miedo, como reacción negativa o de carácter desagradable de especial relevancia adaptativa y de superviven­cia, que se inicia con el procesamiento de estímulos que desencadenan una cascada fisiológica y conductual.

Varios de los aspectos que atemorizan a las personas pueden considerarse determinados biológicamente, siendo la edad uno de los factores que influyen en la intensidad y el número de miedos, decreciendo ambos con el paso del tiempo hasta alcanzar la edad adulta (Kushnir, Gothelf y Sadeh, 2014; Miloyan, Bulley, Pachana, y Byrne, 2014 y Pulido y Herrera, 2015). El género es otra variable determinante en la incidencia e intensidad de los miedos (Burnham, Hooper y Ogorchock, 2011). Las diferencias descritas para la variable sexo, hacen que Matesanz (2006) llegue a aconsejar aplicarlos por separado para ambos sexos. Resulta importante destacar la enorme incidencia que tiene el entorno social y cultural sobre el miedo, observándose la influencia de los acontecimientos externos en el desarrollo emocional (Roth et al., 2014).

Este trabajo se centra también en la Inteligencia Emocional (IE), término acuñado por Payne (1986), más conocido a través de Salovey y Mayer (1990), Goleman (1996) y Mayer, Salovey y Caruso (2009). Estos autores clarifican cuáles son las características de cada una de las habilidades específicas que la integran (Pulido y Herrera, 2015), tales son: la capacidad intrapersonal, formada por las habilidades de conocimiento de sí mismos (adecuada identificación de las emociones propias), autocontrol (manejo de las propias emociones), motivación (impulso director para el desarrollo de una tarea), capacidad interpersonal, configurada por las capacidades de empatía (capacidad de identificar las emociones en los demás) y habilidades sociales (interacción con los demás). De esta manera, la IE se revela como clara alternativa o, en todo caso, complemento a la inteligencia tradicional, apoyándose en el ámbito de las emociones.

Con esto se pretende marcar la desvinculación total entre ambos tipos de capacidades, en línea con el estudio realizado por Pérez y Castejón (2006) en el que no aparecían correlaciones entre ambas. Esto permite claramente que se puedan desligar ambos conceptos. Del mismo modo, sí existen entre las interacciones sociales y las habilidades emocionales, que transmiten una gran cantidad de información acerca de los pensamientos y estados propios y de los demás (Brackett, Rivers, Shiffman, Lerner y Salovey, 2006). Esto justificaría la inclusión de estas habilidades sociales dentro de la IE y en relación con ella. Las capacidades emocionales han estado tradicionalmente ligadas al género femenino, manifestando las mujeres niveles superiores, como ya se ha comentado para la variable Miedo. Esta realidad también se repite en la IE (Downey, Lomas, Billings, Hansen y Stough, 2013; Billings, Downey, Lomas, Lloyd y Stough, 2014 y Pulido y Herrera, 2015). Estos trabajos consideran el género de una manera aislada y secundaria, estando las diferencias mediatizadas por factores como la identidad de género (Gartzia, Aritzeta, Balluerka y Barberá, 2012). También resultan relevantes las diferencias en IE descritas por Pulido y Herrera (2015), quedando el grupo cultural con estatus socioeconómico y cultural más bajo, por debajo en puntuaciones de IE.

No existen muchos trabajos que relacionen ambas variables. Sin embargo, se describen relaciones inversamente proporcionales en Pulido y Herrera (2015), entre Miedo e Inteligencia Emocional. De la misma manera, en el trabajo desarrollado por Ford, Mauss, Troy, Smolen y Hankin (2014) se establecen relaciones entre emociones negativas (miedo y estrés) y diferentes estados emocionales.

Este trabajo queda enmarcado en el ámbito de la Educación Universitaria de la ciudad de Ceuta, caracterizada por su diversidad cultural, donde conviven principalmente personas de cultura cristiana y musulmana. Como característica específica, la población árabe musulmana, presenta una procedencia marroquí con un altísimo nivel de analfabetismo y una elevada natalidad, así como un estatus socioeconómico y cultural bajo, serios problemas de enculturación y bilingüismo (integración por la comunicación) y con una presencia muy marcada de su religión, el Islam, en sus vidas (Herrera, 2000).

Objetivo

Los objetivos de la presente investigación han sido conocer y analizar qué tipos y niveles de Miedo e IE tiene este alumnado, como variables de estudio, en función de las variables sociodemográficas de género, edad, cultura/religión y estatus socio-económico y cultural, así como conocer y analizar qué relación existe entre las variables de estudio. Considerando lo reflejado en este apartado, se esperan resultados superiores en los niveles de Miedo en función del género, la cultura y el estatus socio-económico. En IE sólo se esperan obtener diferencias considerando la cultura/religión. También se esperan obtener niveles inferiores de IE entre los sujetos con niveles más elevados de miedo.

Método

Participantes

Para llevar a cabo esta investigación se seleccionó una muestra integrada por 225 participantes que reflejan las características del contexto pluricultural de Ceuta. Se reparten entre cuatro titulaciones y participaron de manera voluntaria. El 19.6% de la muestra cursaba Magisterio, en la especialidad de Infantil, el 37.8% Educación Primaria, el 38.2% Educación Social y el restante 4.4% Grado en Administración y Dirección de Empresas (GADE). Por edad, la muestra se distribuye entre el 54.2% de entre 18 y 21 años, el 33.8% entre 22 y 26, el 7.6% de alumnos entre 27 y 33 años y el 6.2% más de 33 años. Considerando la cultura (que se corresponde con la religión), el grupo mayoritario es el de participantes pertenecientes a la cultura-religión cristiana. Estos constituyen el 72.9% de la muestra, mientras que el 27.1% de la misma pertenecía a la cultura-religión musulmana. Esto representa las dos culturas mayoritarias en nuestra ciudad y conforman el contexto pluricultural que la caracteriza. Describiendo la muestra, en función de la variable género, existe mayoría femenina, siendo el 23.6% varones y el resto de la muestra (76.4% %) mujeres. Los participantes se seleccionaron por el método de muestreo incidental o casual, donde los integrantes de la muestra fueron aquellos alumnos que voluntariamente respondieron a los cuestionarios pasados en su momento. El error muestral fue del 3%.

Instrumentos

Como instrumento, para evaluar el miedo se empleó la adaptación del FSS (Inventario de Miedos) empleada en Matesanz (2006). Su fiabilidad en el presente trabajo viene determinada por un alpha de Cronbach de 0.953. Los factores obtenidos fueron 6, organizados de la siguiente forma: el primero de los factores presenta 34 ítems, relacionados con animales y peligro y lo desconocido, el segundo, relacionado con la crítica y la evaluación social negativa integra un total de 23 ítems. En tercer lugar, el factor queda constituido por 19 ítems, que se relacionan con situaciones sanitarias (miedos médicos). Para el cuarto factor (pensamientos obsesivos) los ítems son 16. En el caso del quinto, se relacionan con situaciones ocurridas en espacios amplios y abiertos, siendo 21 los ítems que pertenecen a esta categoría, mientras que para el último (10), serían ítems relacionados con el género. Todos ellos dan una varianza total explicada del 31.69%.

Para evaluar la IE, se empleó una adaptación del MSCEIT (Mayer et al., 2009) a la población adulta. Para llevar a cabo dicho proceso de adaptación se siguió la misma estructura del cuestionario original, respetando las diferentes secciones del mismo. En ellas aparecen apartados para la identificación de emociones en gestos faciales y en diferentes fotografías (secciones A y E del cuestionario original), la comprobación de la utilidad de diferentes emociones en situaciones determinadas (sección B), la selección de la emoción que más se ajuste a cada caso (sección C), la respuesta a cuestiones emocionales acordes a determinadas historias (sección D y H), la relación de diferentes emociones con acciones concretas (sección F) y la composición de emociones complejas (sección G). En lo referente a la fiabilidad del instrumento utilizado queda medida a través de la prueba alpha de Cronbach, siendo de 0.861. En el apartado de análisis factorial, se obtuvieron 5 factores. El primero, vinculado a la Empatía, conformado por 26 ítems, que representan el 10.31% de la varianza explicada. El segundo relacionado con el Conocimiento de sí mismo está constituido por 12 ítems (4.54%). El tercer factor (Autoconcepto, con 10 ítems), representa el 3.53% de la varianza explicada. La Motivación es la habilidad vinculada al cuarto factor, constituido por 16 ítems (representa el 3.36%). El quinto factor, está relacionado con el Autocontrol e integra 8 ítems (2.89%). Entre todos ellos dan una varianza explicada total del 24.64%. A todo esto se le añadió una adaptación de la EHS (Escala de Habilidades Sociales, Gismero, 2000) para medir las habilidades sociales, aspecto no considerado en el cuestionario original, aunque integrado dentro de las habilidades propuestas en el apartado teórico. La fiabilidad de este instrumento fue de 0.861.

Procedimiento

Tras solicitar y obtener las pertinentes autorizaciones, se pasaron los cuestiona­rios respetando escrupulosamente la confidencialidad.

Una vez obtenidos los datos, fueron analizados, en sus vertientes descriptiva, inferencial y multivariable, así como los pertinentes análisis correlacionales y regresionales, además de los de fiabilidad y factoriales de los cuestionarios.

Resultados

Para la variable Miedo, la opción de poco miedo, con algo más de la mitad de la muestra dentro de esta opción (51.1%), es la más numerosa. La siguiente, es la que refleja muy poco miedo, alcanzada por el 48.2%. Tan sólo un 0.4% de la muestra (sólo una persona) alcanzó puntuaciones que quedan dentro de la opción bastante miedo. Ninguno de los participantes manifestó niveles máximos de miedo.

Si se considera la variable Miedo, se observa una enorme igualdad entre todos los grupos de edad. Las pequeñas diferencias existentes demuestran niveles más altos de miedo entre el alumnado de más de 33 años (media de 101). El siguiente por nivel de miedo es el grupo de 18-21 años (con una media de 96.40). El tercero es el de 22-26 (con una media de 90.84) seguido muy de cerca por el de 27-33 (87.06). En cualquier caso, se observa una gran igualdad entre los diferentes grupos de edad, moviéndose, todos ellos, en niveles bajos en esta variable. Las diferencias no resultan significativas para el Miedo Total (p=0.848), el Miedo a los Animales y a lo Desconocido (p=0.823), a la Crítica y Evaluación Social (p=0.895), los Miedos Médicos (p=0.882), ante Pensamientos Obsesivos (p=0.458), a los Lugares Abiertos (p=0.632) y el Miedo al Sexo (p=0.910). El Miedo provocado por Pensamientos Obsesivos es la categoría en la que se registran mayores niveles.

Las mujeres tienen un nivel más alto de miedo que los varones, tal y como reflejan las medias de ambos (74.55 los hombres y 100.22 las mujeres). Además las mujeres no sólo alcanzan puntuaciones más altas en Miedo Total, sino en todos los factores que lo integran: Miedo a los Animales y lo Desconocido (19.85 en varones frente a 32.32),  a la Crítica y la Evaluación Social (18.28 por 22.01), a los Médicos (9.28 por 13.52), a los Pensamientos Obsesivos (17.11 por 20.62), a los Lugares Abiertos (6.58 por 8.12) y al Sexo (3.43 por 4.09). Las variables relacionadas con el Miedo, se encuentran bajo la influencia del género, como confirman las pruebas ANOVA (se resume en la tabla 1) y Chi-cuadrado de Pearson, ya que las diferencias son significativas en el Miedo Total (p=0.000), el Miedo a los Animales y a lo Desconocido (p=0.000), en el Miedo a la Crítica y Evaluación Social (p=0.026), los Miedos Médicos (p=0.001) y el Miedo ante los Pensamientos Obsesivos (p=0.004). En todos ellos, las mujeres reflejan niveles más altos. No fueron significativas en Miedo a los Lugares Abiertos (p=0.081) ni en Miedo al Sexo (p=0.244).

Considerando la cultura, se refleja una enorme igualdad, algo totalmente visible si se consideran las medias (la de los cristianos es 94.12 mientras que los musulmanes alcanzan 94.22). Esta igualdad queda patente en la mayoría de factores. La excepción es el último de los factores donde se observa una mayor diferencia, en la que los musulmanes presentan niveles más altos. Así en Miedo al Sexo los musulmanes tienen una media de 6.11, mientras que los cristianos alcanzan 3.12. Los resultados de la estadística inferencial (reflejados en la tabla 1) demuestran que la cultura no influye en Miedo Total (p=0.987), a los Animales y a lo Desconocido (p=0.929), a la Crítica y Evaluación Social (p=0.475), los Miedos Médicos (p=0.347), ante los Pensamientos Obsesivos (p=0.209) y el Miedo a los Lugares Abiertos (p=0.726). La única excepción es el Miedo al Sexo (p=0.000), donde los musulmanes manifiestan niveles más altos.

Antes de iniciar el análisis de la variable estatus, resulta importante comentar el bajo número de individuos en las opciones extremas (4 en el nivel bajo y sólo 1 en el alto). Ante esta situación, se ha optado por incluirlos en la categoría más cercana, reduciendo así a sólo dos los niveles (medio-bajo y medio). De esta manera, se observa que el grupo de menor nivel socioeconómico (medio-bajo) es el que refleja puntuaciones ligeramente más altas (98.84) con respecto al de nivel medio (91.69). Destaca más la igualdad, algo que se hace extensible a todos los factores, si bien es cierto que son los de menor nivel los que presentan puntuaciones ligeramente más elevadas: Miedo Animales y Desconocido (30.68 por 28.71 del medio), Miedo Crítica y Evaluación Social (21.81el medio-bajo y 20.78 el medio), Miedos Médicos (13.64 por 11.93 del medio), Miedo por Pensamientos Obsesivos (19.83 el medio-bajo y 19.78 el medio), Miedo a los Lugares Abiertos (8.70 frente a 7.26 en el medio) y Miedo al Sexo (4.19 por 3.80). El hecho de pertenecer a un determinado estatus no influye en el Miedo Total (p=0.193), el Miedo a los Animales y a lo Desconocido (p=0.339), el Miedo a la Crítica y Evaluación Social (p=0.499), los Miedos Médicos (p=0.153), el Miedo ante los Pensamientos Obsesivos (p=0.961), el Miedo a los Lugares Abiertos (p=0.067), el Miedo al Sexo (p=0.429).

Tabla 1
Miedo Total en función del género y la cultura

Tabla 1 Miedo Total

Para la variable Inteligencia Emocional ninguno de los encuestados (0%) reflejó niveles muy bajos. La opción mayoritaria es la que refleja bastante IE, alcanzada por el 74.9% de la muestra, seguida por la que evidencia niveles superiores de IE (mucha), con el 16.6% de la muestra, mientras que el restante 8.5% de la misma refleja poca IE.

Los niveles más altos de IE aparecen en el grupo de entre 22 a 26 años (su media es la más elevada de todos los grupos con 130.23). El siguiente, por nivel de IE es el de 27-33 (125.38). En tercer lugar, vendría el grupo de más de 33 años (con una media muy similar, de 125.35). El último sería el de 18 a 21 años, con una media de 124.33. Se observa bastante igualdad entre los diferentes grupos, todos cercanos a niveles altos de IE. Una situación muy similar se encuentra en cada una de las categorías que integran esta variable. Por ello, las diferencias no fueron estadísticamente significativas en la IE Total (p=0.567), la Empatía (p=0.551), el Conocimiento de sí mismos (p=0.127), el Autoconcepto (p=0.113), la Motivación (p=0.740), el Autocontrol (p=0.569) ni tampoco en las Habilidades Sociales Totales (p=0.664).

Para la IE, las diferencias no son evidentes, si bien es cierto, que los varones manifiestan medias inferiores. Así, las personas del género femenino (127.88) presentan puntuaciones superiores a los varones (122.01). Esta realidad se extiende a la mayoría de factores que la integran. Así, las diferencias encontradas son favorables a las chicas en Empatía (44.97 varones y 48.76 las mujeres), Autoconcepto (21.31 los varones y 21.79 las mujeres), Motivación (19.44 varones y las mujeres 20.29) y Autocontrol (14.30 frente a 15.50para las mujeres). En Conocimiento de sí mismos (21.97 los varones por 21.52) y en Habilidades Sociales (89 frente a 91.08 en varones) son los varones los que alcanzan puntuaciones más altas. En IE se encuentran diferencias estadísticamente significativas a nivel de Empatía (p=0.041) y Autocontrol (p=0.004). No obstante, en IE Total (p=0.079), en Conocimiento de sí mismos (p=0.550), en Autoconcepto (p=0.505), Motivación (p=0.883) y Habilidades Sociales Totales (p=0.317) las diferencias no fueron estadísticamente significativas. Los resultados que muestran diferencias significativas quedan resumidos en la tabla 2.

Por cultura, aparecen diferencias pronunciadas, dado que los cristianos reflejan puntuaciones totales más altas (132.06) que los musulmanes (110.22) en esta variable. Los porcentajes reflejan que los sujetos de cultura/religión cristiana tienen niveles claramente superiores en cuanto a la opción que refleja puntuaciones más altas (22.2% mucha IE) con respecto a los pertenecientes al grupo de cultura musulmana (1.6%). Por otro lado, también presentan menores porcentajes en la opción que refleja menos IE (3.1% en la cultura cristiana frente al 23% en la musulmana reflejan poca IE). Los sujetos de cultura/religión cristiana tienen niveles superiores a los musulmanes, no sólo en el total, sino en la mayoría de factores que integran la IE: Empatía (50.37 en cristianos y 41.20 en musulmanes), Conocimiento de sí mismos (para los cristianos es 22.81 y para los musulmanes 18.5), Autoconcepto (cristianos 22.51 y musulmanes 19.45), Motivación (cristianos 21.19 y musulmanes 17.15), Autocontrol (15.71 los cristianos y 13.91 los musulmanes) e incluso Habilidades Sociales (cristianos 91.22 y musulmanes 84.90). Los resultados de la estadística inferencial (reflejados en la tabla 2) demuestran que la cultura influye en los niveles de IE, para la IE Total (p=0.000), la Empatía (p=0.000), el Conocimiento de sí mismos (p=0.000), el Autoconcepto (p=0.000), la Motivación (p=0.002), el Autocontrol (p=0.000) y las Habilidades Sociales Totales (p=0.001).

Para la IE, se observa un nivel más alto en el estatus medio, que ocupa la primera posición (con una media de 129.61) con los porcentajes más altos en la opción mucha IE (19.9%) y los más bajos en poca (6.2%). Por su parte, el medio-bajo presenta puntuaciones menores (su media es de 120.56), con los porcentajes más altos en bastante (76.6%). Estas diferencias se contemplan en todas las categorías de esta variable (Empatía -48.62-, Conocimiento de sí mismos -22.11-, Autoconcepto -22.44-, Motivación -20.84-, Autocontrol -15.58- y Habilidades Sociales -89.77-). Se puede decir, de manera general, que el nivel más alto se asocia con mayores habilidades emocionales. El hecho de pertenecer a un determinado estatus (tabla 2) influye en la IE Total (p=0.002), el Conocimiento de sí mismos (p=0.039), el Autoconcepto (p=0.000), la Motivación (p=0.007) y el Autocontrol (p=0.005). No fueron significativas para la Empatía (p=0.184) ni las Habilidades Sociales (p=0.662).

Tabla 2
IE Total en función del género, la cultura y el estatus

Tabla 2 IE Total

Miedo e Inteligencia Emocional

Las puntuaciones más altas se dan entre los que presentan muy poco (126.79) y poco miedo (126.62), con medias prácticamente idénticas entre sí. El que refleja mayores niveles de miedo (bastante) también refleja menos IE (con una media de 101.70). En cualquier caso, destaca la enorme igualdad entre grupos,  algo  que  se  ve  en  las categorías. Considerando la prueba ANOVA (aparece en la tabla 4), se puede ver que el Miedo influye en el Conocimiento de sí mismos (p=0.001) y las Habilidades Sociales (p=0.000), quedando rechazado para la IE Total (p=0.503), la Empatía (p=0.156), el Autoconcepto (p=0.852), la Motivación (p=0.107) y el Autocontrol (p=0.069). Se puede concluir rechazando la influencia del miedo sobre la IE, salvo en el caso de las HH SS y el Conocimiento de sí mismos.

Tabla 3
Inteligencia Emocional en función del Miedo

Tabla 3 Inteligencia Emocional

Si finalmente se toman los resultados que se resumen en la tabla 4, se puede confirmar que la IE está bajo la influencia de la Cultura/Religión, los Miedos Médicos, el Género y el Estatus. Para ello, se debe considerar el valor negativo de la Cultural/Religión (menor en el caso del alumnado de cultura musulmana, debido a que se asoció el valor 1 con la religión cristiana y 2 con la musulmana), el valor negativo de los Miedos Médicos, más el Género (valor positivo lo que indica que será superior entre el género femenino, que se asoció con el valor 2), más el Estatus (mayor cuanto más alto es el estatus). El resto de variables quedan excluidas, explicando entre todas las predictoras el 27.6% de la varianza total (R2=0.276). De todas ellas, el mayor poder determinante lo ejerce la Cultura/Religión, que por sí sola explica el 43.5% (β=0.435) de la varianza en cuanto a la IE Total. La función descrita sería la que se presenta a continuación.

Inteligencia Emocional= 128.213 + .435 (Cultura/Religión) – 0.159 (Miedos Médicos) + 8.306 (Género) +5.67 (Estatus)

Tabla 4
Regresión múltiple considerando como variable criterio el Rendimiento y como predictoras el resto.

Tabla 4 Regresion Multiple

Discusión y conclusiones

La población universitaria de la ciudad de Ceuta refleja niveles bajos de miedo. El factor que genera más miedo es relacionado con pensamientos obsesivos y el que genera menos, el miedo a los lugares abiertos. Esta realidad coincide con la investigación de Matesanz (2006). De esta manera, los tipos de miedo se siguen manteniendo a lo largo de la edad adulta, algo que demuestran estudios longitudinales como el de Burnham (2007). Considerando la edad, existe una gran constancia en los niveles de miedo, algo ya comentado en trabajos como los de Kushnir et al. (2014) y Miloyan et al. (2014). El género influye en la intensidad, teniendo niveles superiores las mujeres (excepto en miedos relacionados con el sexo y a los lugares abiertos), tal y como se recoge en trabajos como los de Burnham et al. (2011), Kushnir et al. (2014) y Miloyan et al. (2014) y Pulido y Herrera (2015). Los patrones y estilos de crianza diferentes en ambos géneros puede ser una justificación importante de estas diferencias, tal y como indican Méndez, Inglés, Hidalgo, García-Fernández y Quiles (2003). La cultura tan sólo influye en uno de los factores (el miedo a elementos relacionados con el sexo) siendo más intenso entre los sujetos de cultura árabe-musulmana. Esta realidad, claramente, refleja una situación cultural diferente entre ambos grupos, lo que justifica estas variaciones en una muestra en la que se observan tan pocos cambios. Totalmente relacionado con esta última afirmación, aparecen también diferencias estadísticamente significativas en cuanto al estatus. Las dos últimas variables se encuentran íntimamente relacionadas entre sí. Esta realidad es diferente a la encontrada por Kushnir et al. (2014), Roth et al. (2014) y Pulido y Herrera (2015), en los que se demuestra la influencia del entorno socio-cultural sobre el miedo. Cada uno de los grupos tiene su bagaje cultural y dependiendo de las circunstancias, se pueden producir conflictos culturales importantes. Podemos ver que determinados patrones culturales distancian a los grupos sociales (Rozo, 2015).

La población refleja niveles medio-altos y altos de IE. El factor en el que aparecen resultados superiores es en Autoconcepto y el que menos en Motivación. En Habilidades Sociales, se registran niveles medio-altos. La cultura y el estatus influyen en el total y la mayoría de las categorías, teniendo los musulmanes y los niveles bajos menos puntuaciones. El género solamente influye en 2 categorías (empatía-autocontrol), teniendo más las chicas en ambas. Estos datos vienen a confirmar los obtenidos en otros trabajos (Gartzía et al., 2012). En el caso de la cultura y el estatus (ambas variables se relacionan entre sí) se han de mencionar las dificultades para la integración socio educativa (Martínez y Alfageme, 2004) y las diferencias de estatus socioeconómico y cultural (Hernández, Rodríguez y Moral, 2011) como importantes justificantes de estas diferencias significativas. Dentro de ellas, la diversidad encontrada en los núcleos familiares, con estilos de crianza distintos, junto con las importantes diferencias en la lengua materna (Roa, 2006) entre ambas etnias, contribuyen a la aparición de problemas de integración socioeducativa del alumnado no autóctono.

Existe relación entre el nivel de Miedo (inversamente proporcional) y las HHSS. El miedo no influye en el rendimiento (sólo en la materia de educación) ni en la IE (sí en conocimiento de sí mismos), puesto que las pocas diferencias significativas se pueden justificar al haber un único sujeto, en una de las categorías. Tampoco existe entre la IE sobre los factores que conforman la variable Miedo.

Referencias

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Citar:

Pulido, F., Herrera, F. (2016, 4 de abril). Miedo y rendimiento académico universitario en el contexto pluricultural de Ceuta. Revista PsicologiaCientifica.com, 3 (11). Disponible en: https://psicologiacientifica.com/miedo-rendimiento-academico-universitario-ceuta

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