Microcréditos como estrategia de lucha contra la pobreza: Un enfoque psicosocial

Sully Romero O, Luis Ordóñez V.
Universidad Central de Venezuela

Resumen

En el presente trabajo se hace una revisión de los indicadores de pobreza en la última década, y se presentan los resultados de algunos análisis sobre la situación actual que, en esta materia, enfrenta Venezuela. En este contexto, se presentan los microcréditos como estrategia en el combate contra la pobreza, y se exponen algunos ejemplos que buscan ilustrar la efectividad de esta medida y se hace un llamado al estudio de variables psicosociales para profundizar en la comprensión y en la delimitación del alcance de los microcréditos como estrategia para la reducción de esta situación de carencia.

Palabras clave: Pobreza, medición de la pobreza, microcréditos, responsabilidad colectiva, identidad grupal, cohesión grupal, confianza.

La pobreza es definida como un estado de escasez o carencia material, en relación con una norma, o patrón, que define lo deseado y lo indeseado con respecto a una condición material (Ugalde, España, Lacruz, De Viana, González Luengo y Ponce, 2005). Así, la pobreza cobra forma solo dentro del ámbito de las clases o estratos sociales. Los estratos sociales son, a su vez, definidos como divisiones jerárquicas dentro de un continuum de riquezas (Shiffman y Kanuk, 2005). En este sentido, la pobreza se refiere a una situación relativa y no absoluta, los individuos serán pobres o no de acuerdo a la posición relativa que ocupen dentro de un continuum. Inclusive países enteros serán percibidos en situación de pobreza de acuerdo a su posición económica relativa en función de los países del resto del mundo, y a su capacidad para satisfacer o no las necesidades de su población.

Generalmente, la pobreza es categorizada, de acuerdo a su gravedad, en pobreza absoluta (o pobreza extrema) y pobreza relativa (o pobreza). La primera se refiere a un estado de sobrevivencia, en el cual tan sólo se cuenta con los recursos necesarios para cubrir los requerimientos calóricos y proteicos básicos para subsistir. Por su parte, la pobreza (o pobreza relativa) es definida como una condición de sobrevivencia con dignidad, en la cual los individuos están en condiciones de adquirir los alimentos básicos necesarios, además de costear una serie de otros bienes y servicios básicos (Riutort, 2006; Ugalde y col., 2005).

De acuerdo con Peralta y cols. (2006), las mediciones de pobreza pueden ser clasificados en:

Variables psicosociales

Figura 1. Clasificaciones de las mediciones de pobreza

Las mediciones subjetivas hacen énfasis en la autopercepción del individuo acerca de su propia condición económica (Peralta y cols., 2006; Schiffman y Kanuk, 2005). Este tipo de mediciones, destacan el carácter subjetivo de la pobreza y el componente individual y vivencial de la misma.

En Venezuela, el Instituto Nacional de Estadísticas -INE- contempla dos métodos de naturaleza objetiva para la medición de la pobreza: 1) El método de la Línea de Ingreso, y 2) Método de Indicadores de Necesidades Básicas Insatisfechas. El primero de ellos es un indicador monetario, y absoluto, mientras que el segundo es de naturaleza no monetaria (Ver: http://www.ine.gov.ve/pobreza/menupobreza.asp).

Una crítica frecuente a los métodos utilizados por el INE se enfoca en que estos sólo clasifican a la población en pobres y no pobres. Fundacredesa, una institución adscrita al Ministerio del Poder Popular para las Comunas, decidió estratificar la población venezolana a partir del Método desarrollado por M. Graffard, posteriormente adaptado por Hernán Méndez Castellano. El Método Graffard-Méndez Castellano, combina medidas no monetarias con un indicador monetario, permitiendo la estratificación de los hogares en función de las características de la vivienda y del nivel de calidad de vida de la familia que la habita (Méndez y Méndez, 1994).

Situación de la pobreza en Venezuela

El significado y vivencia de la pobreza varía de acuerdo a la sociedad en la que esta se presenta. La experiencia de la pobreza en un país donde la mayoría de la población vive en condiciones de pobreza (por lo general, países en vías de desarrollo), no es igual que la experiencia de pobreza en países donde la mayoría de los habitantes cuentan con un ingreso adecuado (generalmente países desarrollados). En el primer caso, resulta obvio que ser pobre es pertenecer a una mayoría, mientras que en el segundo es una condición minoritaria. En este sentido, la vivencia de la pobreza en una sociedad donde la mayoría se encuentra en las mismas condiciones resulta menos estresante psicológicamente que vivir en una sociedad donde la mayoría se encuentra en una mejor condición, aún cuando en términos absolutos estos últimos se encuentren en mejores condiciones que los primeros (Hundeide, 1999).

En Venezuela, los niveles de pobreza se mantuvieron estables en el período 1999-2002, aunque fueron superiores a los obtenidos en 1998. En los años 2003 y 2004 los niveles de pobreza equipararon aquellos alcanzados durante el período 1995-1997, años en los que se tuvo los niveles de pobreza históricamente más elevados en Venezuela. Lo mismo ocurrió con los niveles de pobreza extrema. En el período 1998-2004 el poder adquisitivo sufrió un deterioro del 23% ocasionado por un crecimiento continuo de los precios que no logró ser superado por el ingreso per cápita. Este deterioro estuvo también acompañado por un incremento del desempleo, la informalidad y el porcentaje de trabajadores cuyo ingreso se encontraba por debajo del salario mínimo, y un ambiente de inestabilidad económica, social y política (Riutort, 2006).

De acuerdo a los análisis realizados por Riutort, en el año 2005 se observa una recuperación del ingreso per cápita de los hogares, incrementándose su poder adquisitivo en un 27%. Este incremento estuvo a su vez acompañado por una reducción de la informalidad, el desempleo, y un crecimiento continuo del producto. Sin embargo, este análisis revela que para el año 2005 el producto per cápita real continuaba siendo inferior al alcanzado en el año 1998, y a pesar de que el porcentaje de pobreza a nivel de personas logra reducirse en cerca de 10 puntos porcentuales, el mismo continúa siendo para ese año ligeramente superior al de 1998.

Por su parte, las cifras reportadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, hasta la fecha, muestran una tendencia a la disminución de la población en condición de pobreza hasta el año 2001, seguida por un fuerte incremento en los dos años siguientes. A partir del año 2004 se observa un progresivo descenso en el porcentaje de pobreza hasta el primer Semestre del presente año, siendo especialmente importante la disminución de la pobreza Extrema, quienes posiblemente migran a una condición de pobreza no extrema

Algunas variables psicosociales han sido también estudiadas en el marco de la pobreza en Venezuela. Ugalde y col. (2005) llevaron a cabo un estudio cuyo objetivo era el de identificar una posible relación entre las orientaciones actitudinales, expresadas en sus valores y creencias, y sus condiciones de vida sociomateriales. Otras variables tales como la estructura del hogar y la historia laboral del individuo fueron también consideradas en análisis ulteriores, así como variables como el Locus de Control, las preferencias valorativas, y la confianza.

Microcréditos como estrategia para combatir la pobreza

En los últimos años, economistas e investigadores de todo el mundo han encontrado que el financiamiento a las clases menos favorecidas puede constituir un camino para combatir la pobreza, ofreciéndoles precisamente la oportunidad que necesitan para mejorar sus condiciones (Moreno, 2007).

Los pobres parecen quedar atrapados en un ciclo de pobreza, al no tener dinero y tampoco los medios para poder solicitar un préstamo, en tanto que no cuentan con un historial crediticio ni bancario (Prahalad, 2006; Moreno, 2007; Yunus, 2007). Más aún, los créditos que consiguen a través de prestamistas informales suelen ser a tasas de interés extremadamente altas, perpetuando una cadena de endeudamiento y pobreza.

El Grupo Consultivo de Ayuda a la Población Pobre (CGAP, 2004) resalta algunos beneficios que representan para los más pobres el acceso a servicios financieros:

– En primer lugar, estos pueden contribuir a aumentar los ingresos e inclusive la eficiencia en el uso de los recursos, gracias a una mejor planificación de la asignación.

– A su vez, estimula la inversión en bienes y servicios, así como en educación y salud, aspectos que, como se reseñó anteriormente, contribuyen a mejorar las condiciones de vida.

– Finalmente, reduce la vulnerabilidad ante los shocks debido a que son herramientas que permiten la transferencia intertemporal de recursos.

Los microcréditos consisten en préstamos de montos pequeños ($100 o inclusive menos) pagaderos sobre una base semanal o mensual, a lo largo de un corto período de tiempo (por ejemplo, un año). La diferencia más importante con respecto a los créditos tradicionales, además de los montos otorgados, es el hecho de que no requieren garantías financieras, es decir, en caso de que el prestamista deje de honrar su pago, el Banco no cuenta con un respaldo o colateral que le permita en alguna forma recuperar el monto prestado. Este recurso permite a aquellos que se encuentran en condiciones desventajosas convertirse en trabajadores independientes o microempresarios.

De acuerdo a una revisión realizada por Sengupta y Aubuchom (2008), actualmente existen en el mundo entre 1000 y 2500 instituciones microfinancieras, otorgando microcréditos a cerca de 67,6 millones de clientes en más de 100 países. De estos 67 millones, más de la mitad provienen del 50% inferior del total de la población, cuyo ingreso se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Algunas de estas instituciones, incluyendo el Grameen Bank, no tienen como objetivo generar ganancias, por lo que cobran intereses que se encuentran por debajo del mercado y buscan exclusivamente ser autosustentables. Algunas otras, como el BancoSol en Bolivia, sí tienen como objetivo generar ganancias.

A continuación se hará una breve revisión de algunas de estas experiencias en otros países, finalizando con los casos más cercanos, los de América Latina.

Evidencias de la efectividad de los microcréditos

A nivel mundial, los microcréditos han cobrado auge como estrategia importante para el desarrollo social. En el año 2006, el Instituto Nobel otorgó a Muhammad Yunus y al Grameen Bank el Premio Nobel de la Paz, siendo la primera vez que este reconocimiento le es concedido a un banquero y a una Institución Financiera.

Esta institución, tal como el mismo Yunus (2007) la describe, fue diseñada pensando en los pobres, en su situación y condiciones. En este sentido, esta entidad, al igual que muchas otras de este tipo por todo el mundo, envía a sus ejecutivos a los pueblos y poblados a ofrecer, promover y otorgar financiamientos, permitiendo el acceso de sus habitantes al crédito. Adicionalmente, ofrece créditos sin colaterales o garantías, que es precisamente aquello de lo que carecen estas personas. Documentos y formas han sido a su vez simplificados de manera que sean más fácilmente comprendidos por los beneficiarios del banco. Asimismo, en lugar de tomar represalias legales en los momentos en que el deudor no puede cumplir su pago, ofrece alternativas para ayudar al acreedor a retomar su fuerza y capacidad productiva.

La forma en que esta institución ha logrado el compromiso de pago es a través de la responsabilidad colectiva. Así, formando grupos de cinco prestamistas, inicialmente se le concede el crédito exclusivamente a dos de ellos. Luego de seis semanas, y solo si los primeros dos han honrado su pago, los demás son elegibles para el crédito. Esto genera, como es de esperarse, una alta presión social por parte de quienes no han sido aún beneficiarios del crédito, porque los demás realicen sus pagos según lo acordado.

Bajo estas condiciones, y otorgando créditos a tasas que se encuentran alrededor del 16%, el Grameen Bank ha logrado aproximadamente un 95% de cobranza efectiva, logrando la sustentabilidad de la institución por más de 30 años.

En un estudio sobre el impacto económico generado por la acción del Grameen Bank y una segunda institución financiera de este tipo en Bangladesh (BRAC), Develtere y Huybrechts (2005) concluyen que ambas instituciones han sido exitosas en la reducción de la vulnerabilidad de los beneficiarios de estos dos bancos y, por tanto, han contribuido a prevenir que la condición de pobreza de sus miembros se agudice. Inclusive, de acuerdo a estudios realizados por el banco mundial, cada año, un 5% de los beneficiarios del Grameen Bank ha conseguido superar su condición de pobreza. De acuerdo a esta misma institución, el efecto que ha tenido esta entidad financiera en Bangladesh se ha visto principalmente en la reducción de la pobreza extrema.

En el caso específico de América Latina, los microempresarios tienen un rol significativo en la provisión de bienes y servicios en la economía. Sin embargo, menos del 2,5% cuenta con un acceso permanente a servicios financieros distintos a los prestamistas usureros o informales (CAF, 2007; Moreno, 2007; Sengupta y Aubuchon, 2008).

En la Región de Latinoamérica la entidad pionera en esta estrategia fue el BancoSol (Banco Solidario) en Bolivia, fundado en 1992. Seguidamente, otros países de la región se han hecho eco de esta iniciativa y actualmente se encuentran instituciones que ofrecen microcréditos en prácticamente todos los países latinoamericanos. Algunas de ellas han resultado de la evolución de organizaciones no gubernamentales, mientras que, por su parte, algunos bancos comerciales, en vista del éxito de las primeras, han decido prestar mayor atención a este sector (CAF, 2007).

En el caso específico de BancoSol, actualmente ofrece no solo microcréditos, también ofrece productos de ahorro y seguro. Ofrecen créditos hasta un máximo de $3000 por persona, en grupos de tres o cuatro personas que prueben haberse desempeñado en una ocupación por lo menos durante un año. Empleando incentivos dinámicos, el monto del préstamo puede irse incrementando progresivamente de acuerdo al record crediticio del grupo. Las tasas de interés se ubican entre el 12% y el 24% y los plazos varían de un año hasta 60 meses. Bajo estas condiciones, la tasa de pagos vencida que maneja este banco es del 1,78%.

Otro caso exitoso en América Latina es el de Compartamos, la institución de este tipo más grande en México. Fue fundada en el año 1990, ofreciendo créditos a grupos de mujeres para financiar actividades que generaran ingresos. En 1998, por medio de una alianza estratégica con Acción Internacional, se convirtió en una institución financiera regulada, adoptando el nombre de Sociedad Financiera de Objeto Limitado (SFOL). Hasta el año 2006 Compartamos se limitaba a ofrecer  créditos para capital de trabajo. A partir del 2006 Compartamos devino un banco comercial a fin de ofrecer mayor variedad de servicios, tales como productos de ahorro y seguro.

En Venezuela, contamos con una Ley de Creación, Estímulo, Promoción y Desarrollo del Sistema Microfinanciero. En este sentido, existen algunas Instituciones gubernamentales, tales como el Banco de la Mujer (Banmujer) y el Banco del Pueblo Soberano que ofrecen a la población microcréditos a unidades de producción social. Asimismo, existen algunas iniciativas privadas, entre las cuales se encuentran Bangente como los pioneros en Venezuela y Banesco Banca Comunitaria. Ambos tienen como objetivo ofrecer microfinanciamientos para el desarrollo de pequeñas empresas.

Críticas a la estrategia de microcréditos

En principio, como consideración general para el éxito de esta estrategia como recurso para combatir la pobreza, es preciso considerar la rentabilidad de la inversión para la cual es empleada el préstamo. En este sentido, la CAF (2007) asegura «el crédito es útil solo si existe una oportunidad productiva». En este sentido, existe la preocupación sobre el uso que se da a los fondos obtenidos a través del crédito. En efecto, tal como han señalado algunos autores y expertos en la materia, muchos de los créditos otorgados son destinados a financiar consumos cotidianos en lugar de servir de combustible para el desarrollo de microempresas (Beck y Ogden, 2007; Esquivel, 2008). Esto, además de desviar el objetivo de la estrategia, pone en riesgo el pago efectivo del crédito, pues, como afirma Esquivel (2008), «cuando un crédito no cubre los costos principales de su operación (costos de transacción) y de captación (pago a ahorradores), hay mayores incentivos para que la gente o los grupos que los piden, no paguen».

Una fuerte crítica que han recibido los programas de microcréditos es que buscan desviar la responsabilidad de las políticas públicas, en tanto que la pobreza es vista «simplemente» como un problema de comportamiento individual (Feiner y Banker, 2006). Asimismo, estos autores aseguran que los programas de microcréditos no contribuyen a cambiar las condiciones estructurales que caracterizan la pobreza.

Finalmente, un factor que parece dejado de lado en el desarrollo de las estrategias de microcrédito, son los de tipo cultural. Así, en una serie importante de investigaciones desarrollada con el objetivo de evaluar los valores que caracterizan a diferentes países a nivel mundial, incluyendo desde valores religiosos y políticos, hasta económicos y de la vida social, se pone en evidencia el rol que juegan los valores sociales y culturales en el desarrollo de los países (Inglehart R. y Welzel, C., 2005). De acuerdo con los análisis llevados a cabo, fue posible identificar dos grandes dimensiones capaces de explicar más del 70% de la varianza entre los países estudiados. Estas dos dimensiones son: (1) el eje Tradicional/secular-racional y (2) valores de Sobrevivencia/Auto-expresión.

De acuerdo a estas mediciones, los países lationamericanos tienden a concentrarse en el polo tradicional en la primera dimensión, y a presentar valores más bien centrales en torno a la segunda dimensión, tendiendo ligeramente hacia los valores de autoexpresión. Venezuela específicamente se encuentra dentro de este grupo representando exactamente el patrón de comportamiento descrito para la America Latina. Así, se pone en evidencia la importancia de los vínculos entre padres e hijos y la deferencia a la autoridad, rechazo al divorcio, aborto, eutanasia y al suicidio. Las sociedades latinoamericanas se caracterizan además por altos niveles de orgullo nacional y nacionalismo. Asimismo, en referencia a la segunda dimensión, se pone en evidencia que en la cultura Latinoamericana, las prioridades han dejado de enfocarse en la seguridad económica y física, para dar énfasis al bienestar subjetivo, la autoexpresión y la calidad de vida. Todas estas variables podrían tener un impacto en el éxito de la estrategia de microcréditos y, sin embargo, no parecen ser incorporadas formalmente en el desarrollo de las mismas. Posibles aportes de la Psicología al entendimiento y mejoramiento de la estrategia de microcréditos

Luego de una revisión de la literatura asociada a la estrategia de microcréditos, se encontraron amplias investigaciones cuyo objetivo es comparar la eficacia de algunos métodos de implementación de microcréditos versus otros (Ver: Develtere y Huybrechts, 2005; Hietalahti y Linden, 2006; Esquivel, 2008; Edward y Olsen, 2006). Sin embargo, no ha habido interés por conocer las características de los beneficiarios de dichos créditos.

Tal como señala Impavido (1998) los problemas de los microcréditos surgen precisamente producto de su naturaleza grupal, la cual puede conllevar a problemas relacionados más bien con la dinámica que se desarrolla en los grupos y, por tanto, poner en riesgo los objetivos y el éxito de estos grupos.

En este sentido, se propone hacer énfasis en el estudio de variables psicosociales que puedan ayudar a entender por qué algunos grupos logran tener éxito y constituir unidades productivas sólidas y prósperas, mientras otras fallan en conformarse o funcionar adecuadamente y terminan por disolverse, faltando inclusive a su compromiso de pagar la deuda adquirida. Específicamente se sugiere el estudio de variables tales como la cohesión social, la confianza y la identidad social, entre otras, como posibles determinantes del éxito de los grupos que comparten microcréditos.

Conclusiones

Recientemente, en todo el mundo ha habido un auge en la creencia de que las microfinanzas y específicamente los microcréditos pueden tener un impacto positivo en la disminución de la pobreza. En este sentido, las investigaciones encontradas hasta la fecha sobre el tema tienden a hacer énfasis en la efectividad de los diferentes programas desarrollados, sin prestar mayor atención al receptor del préstamo.

Este documento busca hacer un llamado a la Psicología como disciplina en el interés de las variables psicológicas que puedan condicionar el éxito de esta estrategia, en tanto que la misma apunta a que sean los mismos beneficiarios, no la institución prestamista, quienes se abran un camino fuera de la pobreza. Parece entonces razonable, que sean las variables propias de los individuos y de las dinámicas de los grupos beneficiarios, finalmente las que determinen el éxito de esta propuesta.

Referencias

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Develtere, P. y Huybrechts, A. (2005) The Impact of Microcredit on the Poor in Bangladesh. Alternatives, 30, 165-189.

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Citar:

Romero, S. & Ordóñez, L.  (2010, 22 de enero).Variables psicosociales implicadas en el entendimiento de los microcréditos como estrategia de lucha contra la pobreza. Revista PsicologiaCientifica.com, 12(1). Disponible en: https://psicologiacientifica.com/microcreditos-variables-psicosociales-pobreza

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