Influencia de los medios de comunicación en la agresividad de adolescentes

José Alonso Andrade Salazar, Katherine Céspedes Lancheros, Elizabeth Villamil Hernández
Universidad de San Buenaventura, Colombia

Resumen

El objetivo del presente trabajo es generar una aproximación a la comprensión de la mutua influencia entre medios de comunicación y la emergencia de comportamientos agresivos en los adolescentes, a través de una investigación cualitativa, abordada desde los enfoques psicológicos: psicoanalí­tico, experimental y humanista. La revisión indicó que al menos el 60% de todos los programas de televisión tiene algún contenido de violencia y que, a nivel general, las tres cuartas partes de los actos violentos no son castigados o reparados por los victimarios. En el argot de las ciencias sociales, las conductas agresivas son disruptivas o violentas al tener la intención de causar daño fí­sico a otra persona y conllevar un daño mental o fí­sico, lo cual implica que el adolescente infractor, en muchas ocasiones, inhiba el reconocimiento del otro como legítimo otro a partir de los modelos de conducta con los que se identifica.

Palabras clave: adolescencia, cognitivo, conductas agresivas, humanista, medios de comunicación, psicoanálisis, psicologí­a social.

En la sociedad contemporánea, el avance tecnológico y los distintos medios de comunicación masivos o de masas (Mass Media), han hecho posible la emergencia de diversos modos del lenguaje en escenarios donde la globalización como fenómeno multimodal permite el desarrollo socioeconómico y psicosocial de las comunidades; paradójicamente se ha evidenciado la existencia de diferentes problemas de afectación social a nivel mundial derivados de la contaminación cultural e ideológicas (Mateus, &; Brasset, 2002). Entrelazados a  circunstancias sociales, las condiciones psicológicas de los comunicantes dan  lugar a evidentes comportamientos disruptivos en las relaciones sociales tales como, conductas de agresividad, silenciamientos, apartheid, explotación  y otras formas de violencia. Por tanto, en la actualidad las ciencias de la salud mental como la psicología y la psiquiatría se ven convocadas a responder a los interrogantes emergentes, al tiempo que deben intervenir en el mejoramiento de los sistemas humanos.

Cabero y Romero (2002) definen los Mass Media como los mayores promotores de información en el siglo XXI, realidad que no es desconocida por la sociedad pero que se tolera en pos del avance tecnológico y de las necesidades informativas de las comunidades; así, las mayores fuentes de información se constituyen en las mayores fuentes la difusión de problemas sociales, e información útil y en muchos sentidos controversial son la televisión, la internet, la radio y la prensa. Asimismo, en el contexto de conductas violentas y disruptivas actualmente en Colombia  presentan índices de violencia visual que aumentan las acciones disfuncionales entre pares tales como agresiones, abusos y maltratos en los diferentes colegios e instituciones educativas.

Datos de la década de los noventa evidencian que el 60% de todos los programas de televisión contienen algún contenido de violencia; además, en las tres cuartas partes estos actos violentos no son castigados (Federman, 1968 citado por Franzoi, 2003); factor al que suma aumento en comparación en años anteriores de  las diferentes manifestaciones de violencia visual a través de los Mass Media Al respecto, Canals y Guillamet (2011) definen la agresividad como una característica de la naturaleza humana dentro del contexto adaptativo primario para la evolución de la especie, en este sentido se expresan las conductas agresivas más allá de contextos evolutivos que referencian comportamientos disruptivos, mal adaptativos y, finalmente, actos violentos definidos como “actos realizados con la intención de causar daño físico a otra persona o que conducen a daño mental o físico a otros” (Canals, Guillamet. 2011).

En ese sentido, el concepto utilizado de comportamiento agresivo indica que las conductas disruptivas pasan a convertirse en actos violentos a través de la no-legitimidad del otro en la relación de convivencia (Maturana, 1997). En muchos adolescentes contemporáneos, especialmente aquellos que presentan antecedentes de conductas desafiantes y agresivas, son evidentes las conductas ambivalentes, violentas, el no reconocimiento de la condición humana del otro. Desde la concepción constructivista sociobiológica, Humberto Maturana ha realizado grandes aportes a la psicología social desde la biología del amor, así, define el amor como la principal emoción en un contexto donde prima el “reconocimiento del otro como legitimo otro en la relación de convivencia” (Maturana, 1997). En ese sentido, la emoción dirige la acción y al predominar el amor como emoción, la acción está dirigida al respeto, pero al cambiar de emoción cambia la acción y surge la agresión. Siendo el amor contrario a las conductas agresivas, los Mass Media son una fuerza que permite contrastar los actos de bondad y de violencia que abundan en la sociedad.

Para Humberto Maturana los Mass Media no siempre actúan sobre las dinámicas sociales o sobre las interacciones mismas puesto que, las tecnologías por sí solas no hacen nada y al no considerarse como un ente de interacción, el énfasis o problema iría en la utilización que le dan  las personas,  llegando a convertirse en comportamientos que alteran las actividades de la vida diaria, pudiendo generar patrones desadaptativos que alteran la convivencia (Champs y Torrente, 2009).  En ese orden de ideas, la televisión, la internet, la radio y otros medios como la prensa, no interactúan con el sujeto, siendo meros productores de información, a tal modo que las consideraciones problemáticas incluidas en la información, se dirigen principalmente a  los sistemas donde está incluido el adolescente, pues compartir o generar contextos de agresividad se convierten en una necesidad habitual en el cual se ve excluido el respeto mutuo, para verse inmerso en interacciones recurrentes donde la agresión interviene y rompe la sana convivencia (Maturana, 1997).

Contextualización y análisis desde las escuelas psicológicas

Perspectiva Experimental

Se atribuye a Wilhelm Wundt  el inicio del carácter científico y autónomo de la disciplina psicológica con la inclusión de métodos experimentales al establecer el primer laboratorio de psicología en Leipzig en 1879. De acuerdo con Ardila, (1976) los desarrollos experimentales de Wundt abrieron el camino para la aplicación de técnicas de laboratorio al estudio de los fenómenos psíquicos y el comportamiento, concepto que sirve para definir la disciplina en la actualidad.  La base ontológica y epistémica  del enfoque experimental posee antecedentes filosóficos en autores como Platón que defendía el conocimiento justificado racionalmente y Aristóteles quien utilizó la observación analítica como método de estudio preponderante.

Es pertinente subrayar que el objeto de estudio en psicología experimental ha desarrollado  las posturas, conductual y cognitiva que subyacen a raíces epistemológicas desde fundamentos filosóficos y psicológicos que fomentan la  consolidación del método experimental en la disciplina (Leahey, 2008). Asimismo desde la representación  biopsicosocial la neuropsicología actual describe el método multiniveles integrativos desde las formas psicobiologicas hasta la comprensión social, en ese orden, Loomans, Tulen, &  Marle (2010) refieren cómo los déficits neuropsicológicos no se atribuyen al daño de estructuras neuroanatómicas focalizadas sino a la interconectividad entre las mismas, haciendo referencia a las conductas agresivas en el adolescente desde los sustratos neuropsicológicos e indicando las funciones alteradas que guardan relación con conductas disruptivas, (agresivas o violentas). Así, los sustratos neurofisiológicos y neurogéneticos subyacen a la alteración de estas funciones.

Para la neuropsicología, las personas que presentan elocuencia  mentirosa, carencia de empatía, culpabilidad o remordimiento, afecto superficial e irresponsabilidad, tienen características comportamentales relacionadas con impulsividad y un pobre control comportamental (Kiehl, 2006); en este sentido, las anormalidades de la materia gris insular se asocian a comportamiento agresivos, al tiempo que anomalías en la materia gris bilateral insular anterior, guarda relación con personas que presentan déficit de empatía. (Sterzer, Stadler, Poustka, Kleinschmidt; 2007); en consecuencia, el déficit de empatía juega un papel significativo en la expresión de conductas agresivas, aspecto en que también influyen la neuronas espejos como el sustrato responsable de gran parte de las funciones de relación interpersonal; Lacoboni (2009) describe a las neuronas espejo como un conjunto de células encontradas en la corteza prefrontal que admiten el surgimiento de comportamiento imitadores y empáticos, al igual facilitan una vinculación cognitiva, emocional de afecto a los seres cercanos.

Otros estudios señalan la existencia de sustratos genéticos que influyen en el sistema nervioso, Hierro, Pineda, Nordquist, Oreland, y Harro (2008) describen que el polimorfismo (como evidencia de alteración del código genético) del gen 5 HTTLPR, necesario para la obtención de serotonina, se combina con una poca calidez familiar y presencia de  maltrato físico o psicológico facilitando la impulsividad, por lo que la agresión conductual no subyace por sí sola al proceso orgánico (genético, epigenético, neurobiológico), sino que está adherida a condiciones socio familiares. Un referente explicativo de la conducta violenta indica que los modelos familiares de acuerdo la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura, son fundamentales en la adquisición de comportamientos disfuncionales a través de la imitación (Cabrera, 2010).

En ese sentido, los modelos familiares incluyen repertorios de conductas disruptivas o agresivas que se adquieren por modelamiento, situación que influye en el adolescente que los imita y reproduce en diversos escenarios.

El proceso de modelado requiere variantes que permitan su efectividad, entre las que se encuentran la atención, pues entre más significativo es el modelo, mayor atención tendrá en el sujeto; en segundo lugar, la retención siendo los procesos de recuerdo y memoria importantes en el desarrollo y adquisición de conductas, luego aparece la reproducción en donde las imágenes reproducen el comportamiento y, finalmente, el componente de motivación, el cual es esencial en el aprendizaje de modelos.

Entre los principales motivos se encuentra el refuerzo pasado, el refuerzo prometido, el castigo pasado y el castigo prometido (amenazas) (Myers, 2004). En la adolescencia, conjuntamente con la familia, existen otros sistemas o modelos representativos como el grupo de pares y aquellos que provienen de los Mass Media, no obstante,  la existencia de  modelos violentos cercanos no basta para la adquisición de la violencia, pues es en la reproducción de las conductas agresivas donde se aprende y refuerzan las conductas.

Según Bandura (1977) y Walters (1963) (citado por Franzoi. 2003) se aprende cuándo agredir, cómo agredir y contra quién agredir”, así cuando se ven programas de televisión se aprende que la intimidación física es una manera efectiva de control sobre otros (Myers, 2004). Los Mass Media al ser  modelos representativos de imitación son concebidos como reforzadores de los modelos familiares en el adolescente, fortaleciendo la consolidación de comportamientos disruptivos.

Existen reforzadores de tipo social que hacen énfasis en la  atención y la aprobación (Myers, 2004), cabe mencionar que un reforzador no es precisamente una recompensa por una respuesta socialmente adecuada  o prosocial, sino la consecuencia que aumenta la probabilidad de que se repita la respuesta; en ese orden de ideas, los Mass Media al trasmitir conductas agresivas o disruptivas  son reforzadores positivos aprobativos de respuestas de  violencia física o conductas agresivas en la intimidación (Franzoi, 2003).

Perspectiva dinámica

La psicología clínica fundamenta sus inicios en los aportes de Sigmund Freud, (Hothersall, 2005) fundador del psicoanálisis, cuya posición teórica (siglo XIX) se da sobre la base de la de-construcción del saber acerca de la enfermedad mental y del análisis psicoanalítico individual y social de la enfermedad; en sus trabajos se plasman las influencias de Charcot, Breuer, Hoffman y otros. Los principales aportes de Freud van desde la teoría de la seducción, la interpretación de los sueños, la psicopatología de la vida cotidiana, al igual que la teoría psicosexual de la personalidad (Hothersall, 2005). A este psicoanálisis se le llamó ortodoxo y de él surgen neopsicoanalistas tales como Alfred Adler, Erich From, Karen Horney, y Erick Erikson,  quienes hacen énfasis en otros aspectos fundamentales del individuo, tales como los factores sociales y culturales para el desarrollo de la personalidad.

La psicología dinámica entiende al Yo dentro de una hipótesis estructural, como un mediador entre la realidad, las demandas del súper yo y del ello.  El psicoanálisis ha hecho énfasis en la vida inconsciente y en la psicología del Yo, pues Freud consideraba que en el Yo permite la percepción, el reconocimiento y el juicio sobre los acontecimientos (Cloninger & Ortiz, 2011), ámbitos necesarios para la identificación con comportamientos adaptativos o en su defecto agresivos o violentos.

El Yo, a través del principio de realidad y de los mecanismos defensivos, permite la satisfacción de los impulsos dependiendo del tipo y lugar de expresión pulsional. Ergo, el Yo sirve a tres amos: al ello, al superyó y a la sociedad, los mismos que al ser contenidos en exceso pueden desatar impulsos violentos en función de la resonancia con elementos externos que pueden provenir de los Mass Media.

Las conductas agresivas están regidas por el impulso de muerte o Tánatos que el Yo modula para lograr su adaptación social, así, muchas conductas agresivas están regidas por el principio de placer y se expresan a través del principio de realidad (Cloninger &  Ortiz, 2011). La teoría de la personalidad, sitúa la pubertad en la etapa genital pues en ella se da la construcción del carácter de personalidad genital en un adolescente que en esta etapa afronta la presión social de los tabús y las reglas sociales (Cloninger &  Ortiz, 2011). En esta etapa se ven involucrados los Mass Media al surtir de posibilidades de identificación en los adolescentes con relación a los grupos agresivos, modelos y prototipos disfuncionales o proyectando conductas destructivas que apuntalan  la pulsión de muerte y debilitan la pulsión de vida.

Lo anterior contribuye a la saturación del Yo de ambivalencias y deseos por lo que la represión, la agresividad, la represión del sentimiento de culpa, la evasión y la negación, se convierten en los síntomas prevalentes en la persona violenta (Cloninger & Ortiz, 2011). Lacan considera que los comportamientos agresivos o disruptivos están basados en el goce de dañar al otro (Mazzuca, 1999). Al respecto, Olvera (2006) dice que las familias autoritarias cuyas reglas son impuestas sin explicar el porqué de las mismas, contribuyen a la formación de una diáspora de demandas personales ante comportamientos morales impuestos social y culturalmente, causando un choque entre el deseo, la presión  social y las demandas familiares.

La agresividad es la manifestación de un monto de frustración insoportable en el sujeto, el mismo que tiende a ser descargado por la vía psicomotora y que al entrar en resonancia con eventos o motivaciones provenientes de los Mass Media desencadenan la emergencia de recuerdos asociados a traumas, vivencias de elevado contenido ansioso, privaciones del pasado, etc., que logran convertirse en actos violentos de acuerdo a la necesidad de la persona por tomar posesión de los objetos de gratificación. En este sentido, la agresión se instrumentaliza y la pulsión adquiere su descarga a través del uso de la fuerza.

Perspectiva  Humanista

Esta orientación sostiene la idea del sujeto como un ser consciente, con capacidad de elección y liberado de todo juicio de valor para afrontar una situación. Se sustenta desde la fenomenología y desde el existencialismo, corrientes de pensamiento filosófico que respaldan la posición ontológica del ser humano, a través de la experiencia inmediata y con base en el aquí y el ahora. El humanismo valora la relación entre los hechos o fenómenos y la actividad de la consciencia, estudiando los objetos tal como se presentan ante el individuo

De acuerdo con Villegas (1981), el ser humano entra en un constante devenir entre la posición ontológica y su adecuación en el mundo del cual parte el pensamiento constante de ser; así que es importante percatarse de la situación vivencial en el espacio y el tiempo particular  del Self. Las consideraciones centrales de la psicología humanista hacen énfasis en valores como el amor, la creatividad, la lealtad y en objetivos vitales tales como el sí mismo, el crecimiento, el valor organísmico, la autorrealización; otros valores superiores son la  espontaneidad, el juego, la transcendencia del Yo, la subjetividad, la responsabilidad, la significación, la salud psicológica, por lo que los valores dan significado al ser humano.

Carl Rogers referencia el concepto de sí mismo definiéndolo como una Gestalt organizada y conceptualmente consistente, formada por percepciones de las características del Yo y  percepciones en la interrelación entre el Yo y los diferentes aspectos de la vida; por consiguiente, es una Gestalt fluida y cambiante (Andreani, 1975, citado por Quitmann, 1989).

Rogers plantea que no hay un Yo absoluto o un sí mismo, afirma que este  es cambiante y se construye constantemente debido a que este Yo funciona con un campo de experiencias fenoménicas a nivel interno y externo. Se describe como el sí mismo es un amontonamiento de experiencias que se representa, este se encuentra constantemente en un proceso fluido de cambio.

En el adolescente el sí mismo está en construcción y refleja un autoconcepto en formación, tomando como marco de referencia la información de los medios de comunicación y de la sociedad, la cual será convertida en un marco de referencia y actividad interna (Quitmann, 1989); en ese sentido, los Mass Media son un punto de referencia externo que contribuye a la construcción del sí mismo  y el auto concepto en el adolescente.

Los Mass Media reflejan vivencias y problemáticas sociales, la influencia de estos en el adolescente se atribuye a los constructos, que de acuerdo a Rogers, presentan tres estructuras, el Yo real, el Yo ideal y el Yo observado, donde los Mass Media inciden principalmente sobre el Yo observado, puesto que las percepciones externas respecto al individuo juegan un papel importante en su actividad prosocial.

En el caso del adolescente, el Yo observado se ve muy influido, debido a la búsqueda de aprobación y pertenencia de su entorno, especialmente, de su  grupo de pares. De lo anterior se forja una fuerte relación entre el marco de referencia externa con las aspiraciones internas, lo cual evidencia el influjo de los Mass Media en el comportamiento adolescente, lo cual conforma estructuras de pensar y actuar positivas a tiempo que incongruencias y/o fragmentaciones del Yo  generando un Yo  estático y poco cambiante  (Quitmann, 1989).

Los Mass Media se asocian primordialmente a la actividad socializadora de la familia como institución de integración, cooperación e interdependencia, en ella existen lazos de afecto mutuo entre sus miembros que contribuyen al desarrollo tanto de la personalidad del adolescente como la construcción del autoconcepto; en este proceso es fundamental la creación de un ambiente cálido que genere un equilibrio en la información externa proveniente de los medios de comunicación, la familia, el grupo de pares, etc., y entre las disposiciones internas.

De acuerdo con Amar (1994), el ser humano tiene una serie de ideas detalladas, permanentes acerca de sí mismo colectivamente llamadas concepto de sí mismo; estas ideas afectan sus relaciones con los demás, la selección de actividades u ocupación y su confianza (o falta de ella) en muchas situaciones.

En éste sentido, en el adolescente los marcos de referencia externos promovidos por los Mass Media actúan como mediadores entre los deseos y las demandas de consumo del medio externo, muchas conductas agresivas provienen de esta relación y son la fuente de insatisfacciones constantes con el estilo de vida.

A modo de corolario

La reproducción, canalización y el uso institucional de las conductas agresivas no son un fenómeno simple, puesto que surge de factores biológicos psicológicos y sociales desde características neuropsicológicas ligadas y modelos familiares aversivos, grupos y demás sistemas en los que la agresión es concebida como parte de las interacciones sociales (Maturana 1997), y se constituye en su mejor referente de relación con el otro. En ese orden de ideas, Mass Media que presentan contenido violento, motivan la emergencia de las conductas agresivas en los adolescentes por efecto de la identificación, el modelamiento y el deseo de ganar poder, estatus y reconocimiento en sus grupos de referencia. En este sentido se constituye en un factor de riesgo elevado (por el uso que se le da a los medios de comunicación) para la salud del adolescente. Los medios de comunicación no deben ser satanizados, pues es la inadecuación de sus contenidos y los escenarios y momentos de la vida social en que aparecen, lo que posibilita las conductas hostiles, por tal motivo es importante el control respecto a su contenido y el acompañamiento por parte de los padres o adultos responsables en este proceso.

Cabe resaltar que aunque no sea adecuado desde la ciencia integrar teorías, sí es permitido buscar la integración de metodologías que serán analizadas desde las diferentes posturas ontológicas de un enfoque determinado; luego es importante reflexionar sobre posturas de la psicología como ciencia en cuanto a la visión de objeto y sujeto de estudio, al tiempo que rechazar las disputas psicológicas desde los enfoques, buscando la concertación de una praxis disciplinar en pro del bienestar del ser humano y de la ciencia a través del reconocimiento de la importancia del carácter biopsicosocial de la interacción humana y sus procesos de simbolización neurobiológicos.

Los medios de comunicación influyen y causan cambios en el sistema nervioso central; sin embargo, el mantenimiento de las conductas que dichos cambios suscitan son una responsabilidad compartida entre el adolescente, su familia, la sociedad y las instituciones los shows mediáticos de alto contenido agresivo, las nuevas necesidades afectivas y sociales derivadas de las redes sociales y las TICS aumentan la complejidad del flujo de información a menudo ambivalente, misma que atrae por su alto contenido sexual, violento e inesperado.

La capacidad de asombro de los seres humanos se desata por la búsqueda de información, sin embargo, la capacidad afectiva se activa sin necesidad de ello, las relaciones sociales son relaciones afectivas a modo de condición sine qua non, en ellas se da un flujo de información que resulta a menudo contraproducente si la fuente no es confiable; esta confiabilidad respecto al otro es una constante en los sistemas sociales actuales donde desde la arquitectura del cerebro hasta las construcciones sociales de sentido y la estética externa de las casas, indica la necesidad de protección ante lo externo y la tendencia a imbuirse en  relaciones virtuales cada vez más fetichistas y conflictivas. Los Mass Media deben ser bien utilizados y, más que una condición informativa, deben propiciar situaciones educativas que acerquen a las personas en la distancia y propicien el flujo de información veraz acerca de lo que sucede en el mundo, que está más cerca de lo que piensan aquellos que dependen de su influjo.

Referencias

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Citar:

Andrade, J. A., Céspedes, K. & Villamil, E. (2012, 25 de octubre ). Medios de comunicación y comportamientos agresivos en los adolescentes. Revista PsicologiaCientifica.com, 14(25). Disponible en: https://psicologiacientifica.com/medios-de-comunicacion-comportamientos-agresivos-adolescentes

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