Estrategias de afrontamiento en niños: Relación con estrés y depresión

Cynthia Zaira Vega Valero, Marí­a Guadalupe Villagrán Velazco, Carlos Nava Quiroz
Universidad Nacional Autónoma de México, México

Resumen

Desde el modelo teórico de Lazaruz y Folkam, los conceptos acerca del estrés y del afrontamiento son importantes, el primero representa la apreciación que el individuo tiene de ser rebasado por su entorno, y el segundo muestra las alternativas de respuesta para enfrentar tal situación. Bajo esta lógica se considera que se presenta estrés cuando el individuo valora que no cuenta con las estrategias para afrontar el evento. A partir esta perspectiva, la falta de estrategias puede provocar estrés, y largos periódos de éste auspicia la depresión. En particular, la investigación desarrollada con respecto a dichas variables en el campo infantil, desde este enfoque, no es suficiente; con base en esto el objetivo del presente trabajo fue realizar una revisión de los estudios realizados en el campo sobre el estrés, las estrategias de afrontamiento y la depresión con infantes.

Palabras clave: estrés, estrategias de afrontamiento, depresión infantil.

En la actualidad existe un acuerdo general de que las enfermedades crónicas, (hipertensión, enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, gastritis, obesidad, y no crónicas (enfermedades infecciosas, sobre todo están determinadas más que por el efecto de agentes específicos, por factores ambientales, sociales y conductuales (estilo de vida). En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que las transformaciones sociales, demográficas y epidemiológicas, asociadas a los procesos de globalización, urbanización y envejecimiento de la población, plantean desafíos de una magnitud que no se preveía hace tres décadas. Al presente, cuatro de cada cinco personas que mueren de algún tipo de enfermedad crónica pertenecen a países de ingresos bajos o medianos, y mueren por esta causa alrededor de una cuarta parte de hombres y de mujeres menores de sesenta años. Las estadísticas son mayores para el caso de las enfermedades infecciosas. A lo anterior hay que agregar los costos económicos por la atención médica, laboral y familiar. Con base a lo dicho, es importante generar investigación, no sólo en el campo biomédico o en la farmacéutica, sino también en los aspectos psicológicos asociados a la enfermedad, que en la actualidad se reconocen como factores determinantes en la aparición de la misma. Investigar los factores psicológicos (como el estrés y su relación con la salud) contribuirá tanto a la prevención o atención primaria de la salud así como a la atención secundaria.

Así, existen diferentes modelos para interpretar la relación estrés salud. Uno de los más importantes es el modelo de estrés-afrontamiento, propuesto y desarrollado por Lazaruz y Folkman (1991). Estos autores afirman que el estrés psicológico es la interpretación individual del significado de los eventos ambientales contra la apreciación de los recursos de afrontamiento personales, de esta manera “… el estrés es un proceso que ocurre cuando hay un desequilibrio entre las demandas ambientales y la capacidad de respuesta de los individuos” (Evans. & Cohen, 1987, p 573), que incluye a los estresores y el afrontamiento, lo que implica que un análisis del proceso de estrés debe contener tanto a los elementos ambientales como a las respuestas específicas del organismo.

De esta manera, el estrés psicológico es definido como “… el resultado de una relación entre el sujeto y el entorno, que es evaluado por éste como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar” (Lazarus & Folkman, 1991; p. 46). En tanto que el afrontamiento es definido como “… aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (Lazarus & Folkaman, 1991, p.164). El afrontamiento es un proceso dinámico, que involucra la evaluación y reevaluación constante de las personas ante situaciones demandantes y su función está en consonancia con las estrategias que los individuos llevan a cabo para la consecución de objetivos específicos.

Lazarus (2000) propone tres tipos de estrés psicológico: a) daño/pérdida, que se vincula con el perjuicio o pérdida que ya se ha producido; b) amenaza, que se relaciona con el  daño o la pérdida que no se ha producido aún, pero que es posible o probable en un futuro cercano, y c) desafío consiste en la sensibilidad de que, aunque las dificultades se interponen en el camino del logro, pueden ser superadas. Cada uno de ellos se maneja de forma diferente y tiene resultados psicofisiológicos y de ejecución diferentes.

Para que se clasifique el estrés en alguno de los tipos anteriormente señalados es necesario tener en cuenta que el sujeto hace una valoración. Esta valoración puede ser primaria, referente a si lo que sucede es relevante, o secundario, que se refiere al proceso cognitivo-evaluador centrado en lo que se puede hacer sobre la relación estresante.

Una vez realizada la valoración de la situación como estresante, las estrategias de afrontamiento son importantes “…En general, las formas de afrontamiento dirigidas a la emoción tienen más probabilidad de aparecer cuando ha habido una evaluación de que no se puede hacer nada para modificar las condiciones lesivas, amenazantes o desafiantes del entorno. Por otro lado, las formas de afrontamiento dirigidas al problema son más susceptibles de aparecer cuando tales condiciones resultan evaluadas como susceptibles de cambio…” (Lazaruz & Folkman, 1991, p. 172). Así, el afrontamiento tiene dos grandes propósitos: tratar con el problema que está causando el estrés (afrontamiento dirigido al problema ) y regular las emociones ( afrontamiento dirigido a la emoción).

Lazarus (2000) explica que el afrontamiento se relaciona con el modo en que las personas resuelven o se sobreponen a las condiciones estresantes. Cuando el afrontamiento es inefectivo, el nivel de estrés es alto, sin embargo, cuando el afrontamiento es efectivo, el nivel de estrés puede ser bajo. El afrontamiento es una característica esencial del estrés y de las reacciones emocionales, y si no prestamos atención al modo en que funciona, no lograremos entender la constante lucha para adaptarse a los estreses crónicos problemáticos. Desde esta perspectiva, la falta de estrategias de afrontamiento puede provocar estrés, y períodos largos de éste auspicia depresión (Lazarus & Folkman, 1991). En particular, la investigación desarrollada con respecto a dichas variables y en el campo infantil desde este enfoque no es basta, con base en esto el objetivo del presente trabajo fue realizar una revisión de los estudios realizados en el campo sobre estrés, estrategias de afrontamiento y depresión en el área infantil.

Estrés

El estrés diario puede definirse como las frustrantes demandas y contrariedades que acarrea la interacción cotidiana con el medio ambiente. Es una variable relevante en el desarrollo infantil y adolescente, ya que altos niveles de estrés diario se asocian a importantes consecuencias negativas de inadaptación emocional y psicopatología (Torres, Mena, Fernández, Escobar, Maldonado & Muñoz, 2009; Younga, Russellb & Powersa, 2004; Zimmerman, Ramírez-Valles, Zapert & Maton, 2000)

Torres y cols (2009) explican que la evaluación del estrés infantil se centra en la detección de los estímulos estresores o de las respuestas psicofisiológicas, emocionales, cognitivas o conductuales que se emiten en la infancia al sufrir la acción de los estresores, con esto los autores proponen el Inventario Infantil de Estresores Cotidianos (IIEC), que consta de 25 ítems referentes a los ámbitos de salud, escuela/iguales y familia; los ítems representan problemas de la propia imagen y de salud, problemas diarios en el dominio académico y en las relaciones con iguales, así como en el dominio familiar. Los resultados que reportaron del instrumento en sus niveles de fiabilidad y validez son adecuados. El IIEC se valida no sólo con otros auto informes, sino también con otras fuentes como son los profesores y los padres. Asimismo,  se correlaciona con índices más objetivos, como son las calificaciones escolares y los problemas de salud, informados respectivamente por los profesores y los padres.

Por otro lado, Vega, Anguiano, Soria, Nava y González (2008) presentan el Inventario de Estrés Infantil (IEI) que evalúa tres áreas: familiar, escolar y social; en el área familiar, se refiere a que es posible que el niño experimente estrés porque el niño inicia con su desarrollo físico, emocional y  educativo; en el área escolar, como el paso de una vida familiar a una vida social; y en el área social, como la clave para el establecimiento de relaciones sociales en diversos contextos. Los resultados permitieron identificar que el IEI en general obtuvo un nivel alto de fiabilidad y moderado alto para las subescalas escolar, familiar y social. La puntuación promedio ubica a los niños en moderadamente estresados. El instrumento puede ser empleado por cualquier psicólogo interesado en evaluar el estrés infantil.

Otro estudio que ha detectado estrés en los infantes hospitalizadosón, Méndez, Ortigosa y Pedroche (1996) explican que se produce un aumento excesivo de la activación vegetativa, de las imágenes y de los pensamientos negativos, de las conductas inapropiadas de los niños y de sus padres, cuando un infante requiere ser hospitalizado; por lo tanto, sugieren que los programas de preparación infantil a la hospitalización deben incluir técnicas para lograr su modificación. Entre las técnicas que sugieren dichos autores se encuentran: relajación y respiración, imaginación y distracción, auto verbalizaciones, inoculación de estrés, disposición del ambiente físico, ensayo de conducta y reforzamiento positivo. Estos autores concluyen que el método más eficaz en esta situación, es proporcionar información sobre las sensaciones que experimentará el niño, y la utilización de instrucciones del comportamiento deseado.

Un estudio más es el realizado por Oliva, Montero y Gutiérrez (2006),  quienes tuvieron como objetivo explorar el estrés percibido por el padre respecto de sus propias características y situaciones de vida y su relación con el estrés experimentado en virtud de las características del niño de 4 a 6 años. Los resultados muestran que existe una  relación entre el estrés de los padres y el de los niños. Estos resultados concuerdan con lo encontrado por Fernández y López (2006) quienes estudiaron el estrés infantil y la transferencia de emociones de padres a hijos en procesos hospitalarios; dichos autores concluyen que en relación con los factores de miedo infantil detectados por los padres y la percepción de estrés en los niños, sugiere la posible transferencia de emociones entre padres e hijos; los resultados también indican que el factor de miedo más influyente en la percepción de estrés infantil es el daño corporal y la enfermedad, seguido del miedo a la muerte. Finalmente, el nivel de estrés percibido por los niños aumenta a medida que aumenta su estancia hospitalaria.

Hinojos y cols, (2011) describen que el estrés postraumático se desarrolla después de un evento traumático o una catástrofe natural. El estrés postraumático afecta a personas de cualquier edad y aproximadamente solo entre el 25% y el 30% de las personas que sufrieron un evento traumático desarrollan estrés postraumático. En relación con el conjunto de síntomas que presentan los niños con estrés postraumático se encuentran los flashbacks vocabulario limitado, juegos repetitivos, pesadillas que incluyen la muerte, monstruos y desastres, y estados disociativos en los que tienen comportamientos similares a los efectuados durante el evento traumático. Los niños que han vivenciado un evento traumático como la violencia domestica, la violencia de extraños, pérdida de un miembro de la familia o abuso sexual, tienen una mayor probabilidad de presentar problemas de conducta, depresión, abuso de substancias, atentados suicidas o síndrome del dolor crónico en la adultez. Esto concuerda con el estudio de Marty y Carbajal (2005), quienes concluyen que el estrés postraumático se encuentra relacionado con las experiencias que haya tenido durante la infancia especialmente las situaciones traumáticas como el maltrato infantil.

Los trabajos anteriores son solo un ejemplo de lo que se ha realizado, en la investigación o la construcción de instrumentos, con los niños, resalta la cuestión de identificar que los profesionales de la salud están orientando su trabajo sobre el estrés a infantes por los problemas que éstos presentan.

Estrategias de afrontamiento

La medición y evaluación del afrontamiento son componentes cardinales para la explicación y conceptualización del proceso de estrés. Las estrategias propuestas por Lazarus y Folkman (1991) son el afrontamiento dirigido a la acción, que son actividades o manipulaciones orientadas a modificar o alterar el problema, y el afrontamiento dirigido a la emoción, que son las acciones que ayudan a regular las respuestas emocionales a las que el problema da lugar.

Folkman y Moskowitz (2004) plantean dos etapas históricas en la evaluación de las estrategias de afrontamiento. En un primer momento apareció la valoración cuantitativa mediante escalas de comprobación, escalas de calificación, cuestionarios e inventarios psicométricos. El sujeto describía la situación estresante y calificaba según una escala dicotómica o tipo Likert elementos referidos a acciones de afrontamiento. En un segundo momento, más reciente, y en parte para subsanar estas deficiencias, se han empezado a utilizar procedimientos cualitativos, como el análisis narrativo, que permite, entre otras cosas, profundizar en el significado individual de la situación aclarar qué estresor se está afrontando, o descubrir nuevas formas de afrontamiento no previstas en los cuestionarios.

No existen muchos instrumentos desarrollados o adaptados para evaluar estrategias de afrontamiento. Entre los más relevante podemos citar la adaptación de la Escala de Modos de Afrontamiento (EMA) (Folkman & Lazarus, 1980), el Cuestionario de Estrategias de Afrontamiento Actuales (CSQ) (Rosenstiel & Keefe, 1983), la adaptación del COPE (Carver, Scheier & Weintraub, 1989),el Indicador de Estrategias de Afrontamiento (Amirkhan, 1990), Inventario de Afrontamiento de Situaciones Estresantes (Endler & Parker, 1990), el Cuestionario de Formas de Afrontamiento de Acontecimientos Estresantes (Rodríguez-Marín, Terol, López-Roig & Pastor, 1992). Cano, Rodríguez & García (2007) realizaron la adaptación del Inventario de Estrategias de Afrontamiento (CSI) original de Tobin, Holroyd, Reynolds y Kigal (1989), el cual permite combinar la información cualitativa con la cuantitativa.

Sordes, Esparbés y Tap (1997) explican que en la adolescencia, el sujeto pasa por múltiples tensiones tanto internas como externas,  y se ve entre múltiples contradicciones y dificultades de elección entre los modelos, los deseos y las aspiraciones; estos autores realizaron un estudio en el que tuvieron por objetivo mostrar cómo las personas hacen frente a situaciones estresantes, y si el sexo y la edad son un elemento diferenciador. Los resultados muestran  que los hombres utilizan estrategias de control y de rechazo, mientras que las mujeres utilizan estrategias de apoyo social y retiro. En cuanto a la edad, las estrategias de control y de apoyo social aumentan con la edad, mientras que el retiro tiende a disminuir. Cabe mencionar que la estrategia de retiro está en su máximo nivel a la edad de 16 años, tanto en hombres como en mujeres.

En las investigaciones sobre estrategias de afrontamiento Fraguela, Luengo, Romero, Villar y Sobral (2006) realizaron un estudio ex post facto en donde se comparan las estrategias de afrontamiento utilizadas por adolescentes gallegos, estudiantes de secundaria. Los resultados muestran que existen diferencias entre las estrategias de afrontamiento en función de las variables como la edad y el sexo. También se muestra que los estilos  de afrontamiento como son evitar los problemas y distracciones son los más recurrentes tanto en hombres como en mujeres.

Tanto Figueroa, Contini, Letina, Levin y Estévez, (2005), como González, Montoya, Casullo y Bernabéu (2002) realizaron un estudio en el que abarcaron los siguientes tres aspectos: estrategias de afrontamiento, bienestar psicológico y sexo; y en el caso de Figueroa, Contini, Letina, Levin y Estévez, (2005) también evalúan el nivel socio económico de los participantes. Los resultados del primer estudio muestran que las estrategias de afrontamiento que más utilizan los adolescentes son la distracción y el evitar el conflicto. Los resultados del segundo estudio señalan que no hay relación entre la edad con el afrontamiento y el bienestar psicológico. En cuanto al género, las mujeres poseen mayor repertorio de estrategias de afrontamiento que los hombres.

Dávila y Guariño (2001) realizaron un estudio que tuvo por objetivo identificar las fuentes de estrés y las estrategias de afrontamiento que generalmente implementaban niños de entre 8 y 16 años. Se encontró que los niños estaban moderadamente estresados, observándose que las fuentes de estrés eran aquellas que ponían en peligro su bienestar o el de algún familiar. En cuanto a las estrategias de afrontamiento se encontró que las más utilizadas por los niños fueron: afrontamiento activo (se refiere a procesos o acciones para tratar de eliminar el evento estresante o disminuir sus efectos), expresión abierta de emociones (se refiere a expresar las emociones tanto positivas como negativas), aceptación (se refiere a que el niño se adapta a la situación) y búsqueda de ayuda instrumental (se refiere a solicitar ayuda o apoyo tangible a personas adultas).

Por su parte, Escobar, Trianes, Fernándes-Baena y Miranda (2010) analizaron la asociación de la variable aceptación sociométrica (entendiendo esto como las relaciones interpersonales con iguales) con diversos índices de inadaptación socioemocional, estrés cotidiano y estilo de afrontamiento en niños de entre 9 y 12 años. Los resultados muestran correlaciones significativas negativas de la variable aceptación sociométrica con los índices de inadaptación socioemocional y el estrés cotidiano; además se encontró una correlación significativa positiva con el afrontamiento “en relación con los demás”. Es decir, el empleo de estrategias de afrontamiento como buscar apoyo social, buscar apoyo profesional, buscar apoyo espiritual, buscar pertenencia, acción social e invertir en amigos íntimos se asocia a una buena aceptación sociométrica.

Una situación más en la que podemos analizar las estrategias de afrontamiento utilizadas por los niños es cuando estos se encuentran frente a un castigo. Palacios, Pulido y Montaña (2009) realizaron un estudio con niños de entre 7 y 12 años, donde analizaron las estrategias de afrontamiento que utilizan los niños frente al castigo. Los resultados reportan que las estrategias de afrontamiento utilizadas son: pedir ayuda cuando está enfrentado a situaciones que impliquen castigo, tener buenas relaciones con sus padres, jugar con sus cuidadores, obedecer de tal manera que se inhiba la respuesta del castigo por parte de sus padres, y actitud defensiva que va a generarle mayor capacidad de adaptación al medio externo. Además, se encontraron como consecuencias del castigo la agresividad, la incapacidad para adaptarse al ambiente, y problemas a nivel psicológico y emocional, ya que la frecuencia del castigo físico está directamente relacionada con la depresión.

Los reportes anteriores nos permiten identificar que en la literatura, la investigación y la intervención, están más dirigidas a los adolescentes que a los niños, es necesario realizar trabajo con infantes, ya que se ha mostrado que los problemas que presentan los adultos y los adolescentes, con relación a este tema, estrés, estrategias de afrontamiento y depresión, como veremos en el siguiente apartado, son similares (Vega, et al, 2008; Vega, et al, 2010).

Depresión

En los últimos años ha aumentado el interés sobre las alteraciones psicológicas, en específico sobre la depresión, desde la manera correcta de definirla y diagnosticarla (Álvarez, Guajardo & Messen, 1986; Arieti & Bemporad, 1993), su prevalencia en la población infantil (Polaino, Mediano & Martínez, 1997; Vinaccia, 2006), su etiología (Benkert, 1981), y su relación de ésta con diversas variables (Barrio, Frías & Mestre, 1997; Cabrera, Urrutia, Vera, Alvarado & Vera-Villarroel, 2005; Nava & Vega, 2008; Vega, Martínez, Nava & Soria, 2010). Sin embargo, es importante señalar que la depresión no se presenta en aislado sino que diversas variables se encuentran en directa relación con esta.

Barrio, Frías y Mestre (1997) realizaron un estudio que tuvo por objetivo identificar si la sintomatología depresiva se encuentra asociada con los sentimientos de baja autoestima en una población infantil. Los resultados reportan que existe una correlación negativa entre la depresión y los sentimientos de autoestima, superioridad y popularidad. También se encontró una correlación positiva entre la depresión y los síntomas de ansiedad y aislamiento.

Nava y Vega (2008) llevaron a cabo un estudio con adolescentes que vivieran con sus familias y adolescentes que no vivieran con ellas, evaluaron las variables de red y de alteración psicológica (depresión) con la finalidad de probar el valor relativo de las propiedades dinámicas de la red para describir y predecir alteración emocional. Los resultados de estos estudios mostraron que los adolescentes recluidos muestran más depresión que los adolescentes que viven con sus familias, y estos últimos obtuvieron puntajes más altos en el índice de las relaciones familiares y en la calidad de red social. Asimismo, se identificaron relaciones significativas entre la calidad de red familiar y la depresión, calidad de red de amigos y familiares en los adolescentes recluidos, mientras que en los otros adolescentes, la calidad de red familiar se correlacionó con la depresión y con los subgrupos de red.     Lo anterior indica que cuando algún componente de la red social se ve alterado, por alguna circunstancia, tienden a presentarse problemas de variación psicológica como la depresión y tiene impacto en las medidas de red social.    Posteriormente, el estudio de Vega,  Martínez, Nava y Soria, (2010) tuvo como objetivo dar respuesta a las preguntas surgidas del estudio de Nava y Vega (2008) ¿será posible encontrar depresión aun cuando no haya ausencia de la familia de origen? ¿Qué variables pueden explicar tal fenómeno, en caso de encontrar diferencias? Por lo tanto, los participantes fueron adolescentes de secundaria que vivieran con sus familias y que no mostraran ninguna alteración psicológica aparente y evaluando las variables de apoyo social, estrés y calidad de red. Los resultados demuestran que en nivel de calidad de red social familiar y de amistades es significativo para determinar la depresión. En el caso de la segunda pregunta sobre qué variables podrían explicar el fenómeno de la depresión, no se encontraron relaciones entre el estrés, el apoyo social y la depresión.

Las enfermedades físicas provocan estados emocionales que generan malestar psicológico, tales como la depresión. Cabrera, Urrutia, Vera, Alvarado y Vera-Villarroel (2005) se dieron a la tarea de evaluar los síntomas depresivos y ansiosos en niños con cáncer en diferentes fases del tratamiento de la enfermedad y si existían diferencias dependiendo de la edad y el sexo. Los resultados muestran que no existen diferencias dependiendo de la edad ni el sexo. Al analizar las variables se encontró que los niños que padecían por más tiempo la enfermedad manifestaban menos ansiedad que los niños con menos tiempo con la enfermedad, en contraste con la depresión que va aumentando, ya que existe la idea de que esta enfermedad genera consecuencias aversivas para la persona, a lo que se suma su asociación a un pronóstico desfavorable.

La depresión se encuentra relacionada con ciertas conductas, Barrio, Moreno y López (2001), quienes analizaron la relación entre la depresión, la agresividad y la inestabilidad emocional en niños de entre 7 y 10 años. Encontraron que existe una alta correlación entre la agresión y la depresión, mientras que la relación con la inestabilidad emocional está mediatizada por la edad y el sexo. De manera más particular, los varones obtienen puntuaciones mayores que las mujeres en conductas agresivas, y éstas  se correlacionan positivamente con la edad. Respecto a la inestabilidad emocional, no se encontraron diferencias en cuanto a género, pero sí a la edad, siendo los preadolescentes quienes muestran una mayor inestabilidad emocional.

Como ya se ha descrito, la depresión tiene efectos sobre la salud mental y física; Gómez (2001) nos muestra que la depresión tiene repercusiones en el ámbito académico. Analizó la relación entre funciones cognitivas, rendimiento académico y depresión en niños de entre 10 y 11 años, encontrando que los niños con depresión obtuvieron peores puntuaciones en fluidez verbal, concepción espacial, lo cual afecta su rendimiento académico. Este autor remarca la importancia de incluir en los centros de educación equipos capacitados para el diagnóstico y el tratamiento de aquellas variables, como la depresión, que pueden afectar, temporal o permanentemente, al proceso de aprendizaje.

Discusión

En los estudios expuestos se analizaron las relaciones entres estrés, estrategias de afrontamiento y depresión, como una de las alteraciones psicológicas, con factores como sexo, edad, nivel socioeconómico, entre otros. Asimismo, algunos instrumentos que se reportan sobre la medición de estrés y estrategias de afrontamiento.

En el presente trabajo realizamos una breve revisión sobre la investigación con niños, estrés, estrategias de afrontamiento y depresión, de manera conjunta; sin embargo, al realizar la revisión bibliográfica, la búsqueda no arrojó ningún estudio en el que se encontraran estas variables de forma simultánea; por lo tanto, se presentaron trabajos publicados sobre los temas de forma individual.

Los estudios respecto a estrés concuerdan en dos grandes aspectos:

1. Cualquier evento valorado como amenazante o desafiante producirá estrés.

2. El ritmo de vida y no solo el propio determina la prevalencia de estrés, sino que también las experiencias previas y las personas con las que se encuentra relacionada la persona son factores importantes que se deben tener en cuenta al estudiar el estrés y no considerarlo solo como un evento estresante aislado que el sujeto valora como amenazante o desafiante.

Sobre la variable de las estrategias de afrontamiento Fraguela, Luengo, Romero, Villar y Sobral (2006) y Figueroa, Contini, Letina, Levin y Estévez, (2005) concuerdan en que existen diferencias entre la edad y el tipo de estrategia de afrontamiento que utilizan los adolescentes, sin embargo, Gonzáles, Montoya, Casullo y Bernabéu (2002) concluye que no hay diferencias. Es necesario que se analicen estas diferencias pero examinando diferentes grupos de edades, pues estos tres grupos de autores se enfocaron únicamente a adolescentes y a adultos sin tomar en cuenta estudios previos para dicha conclusión. Sin embargo, cabe aclarar que los tres grupos de autores concuerdan en que hay diferencia entre el tipo de estrategias de afrontamiento utilizadas por mujeres y hombres, y siendo las de evitación las más recurrentes, tanto en adultos como en adolescentes. Ahora bien, las razones por las cuales los participantes utilizan diferentes tipos de estrategias de afrontamiento aún son desconocidas. Asimismo, los estudios con niños son escasos.

Finalmente, respecto a la depresión podemos observar que no es un fenómeno psicológico particular de cierto grupo de personas sino que se encuentra en los niños, los adolescentes, los adultos y los ancianos. En diversos estudios se ha identificado qué variables se encuentran correlacionadas con la depresión, sin embargo, aún no se ha logrado identificar si alguna de estas variables determinan o explican la aparición de la depresión, con excepción de los estudios de Nava y Vega (2008) y Vega y cols (2010), se apunta a que la calidad de la red social sea un factor que posibilite la presencia de la depresión cuando ésta no es buena.

Desde el modelo de Lazarus y Folkam se pueden encontrar, en diferentes bases de datos, una cantidad de artículos publicados en los que se incluyen variables como el estrés y estrategias de afrontamiento, con adolescentes y adultos, propuestas de instrumentos para evaluar lo anterior, intervención para el manejo del estrés o bien para adquirir los recursos para afrontar los problemas que la persona considera desafiantes, amenazantes o de pérdida; no obstante, el trabajo en las directrices anteriores con infantes es escaso.

Se requiere probar el modelo realizando una investigación conjunta de la relación entre las variables de carácter importante que se establecen en éste, estrés-emociones-afrontamiento-manejo, en los niños, los adolescentes y los adultos. Dos propuestas de trabajo en este sentido están en vías de publicación: la primera es la presentación de un instrumento que permite evaluar las 15 emociones que propone Lazarus (2000) y la segunda, es la caracterización de las emociones, estrés y afrontamiento con adolescentes. Se espera que en este año queden publicados estos trabajos

 

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Citar:

Vega,C.Z.,Villagrán, M.G. & Nava,C.(2012, 27 de septiembre). Estrategias de afrontamiento, estrés y depresión infantil. Revista PsicologiaCientifica.com, 14(21). Disponible en: https://psicologiacientifica.com/estrategias-afrontamiento-estres-depresion-infantil

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