Depresión y violencia de pareja: Impacto en la autoeficacia materna de inmigrantes mexicanos

Arturo Enrique Orozco Vargas
University of North Texas, Estados Unidos de América

Leonor Delgadillo Guzmán, Leonor González Villanueva
Universidad Autónoma del Estado de México, México

Resumen

La depresión y la violencia de pareja se consideran dos de los factores de riesgo más importantes relacionados con la auto-eficacia materna. El presente estudio examinó el efecto de estos dos factores en la población mexicana que ha inmigrado a los Estados Unidos. Para lograr dicho objetivo, una serie de análisis descriptivos e inferenciales se llevaron a cabo entre un grupo de madres mexicanas inmigrantes. Los resultados mostraron que la depresión tuvo una relación estadí­sticamente significativa con la violencia fí­sica y la violencia psicológica. A su vez, los í­ndices de la violencia fí­sica y psicológica, así­ como el nivel de auto-eficacia materna fueron similares al comparar el estatus socioeconómico, el número de hijos, la edad, el nivel educativo, el ingreso y los años de residencia. Finalmente, ni la de presión, ni la violencia de pareja tuvieron una relación estadí­sticamente significativa con la auto-eficacia materna.

Palabras clave: depresión, violencia de pareja, autoeficacia materna, inmigrantes, Estados Unidos.

Al igual que en otras culturas, el ser madre es una experiencia altamente significativa en la cultura hispana (Esteinou, 2004). Particularmente en Estados Unidos, la mayoría de las madres que han inmigrado a este país tienen que enfrentar un sinfín de obstáculos, los cuales en muchos casos llegan a mermar sus capacidades maternales. Estudios en los Estados Unidos han documentado cómo ciertos factores tienen consecuencias positivas o negativas en la experiencia de ser madre. Por ejemplo, la calidez maternal es un factor muy importante en la crianza de niños competentes. Baumrind (1991) encontró que las madres con altos niveles de calidez tienen más probabilidades de establecer intercambios verbales y dar explicaciones apropiadas con respecto a los comportamientos deseables o indeseables. De la misma manera, las mujeres que han desarrollado de manera correcta sus habilidades cognitivas relacionadas con su experiencia de ser madres reportaron niveles más bajos de estrés parental (Sommer et al., 1993).

Por el contrario, algunos factores de alto riesgo han tenido efectos dañinos en el rol materno. Por ejemplo, se ha encontrado que los padres con ansiedad, depresión y conflictos maritales son más propensos a reportar estilos de paternidad deficientes (Rogosh, Mowbray &  Bogat, 1992). A su vez, otros estudios han investigado los efectos de la violencia doméstica, encontrando que un funcionamiento psicológico inestable está asociado de manera negativa con la experiencia de paternidad (Levendosky & Graham-Bermann, 2001). Por otra parte, Erel y Burman (1995) encontraron cómo los conflictos maritales y el estrés afectan de manera negativa el rol de ser padres.

Aunado a los múltiples retos y barreras que usualmente tienen que enfrentar las mujeres hispanas en los Estados Unidos, aquellas quienes han inmigrado desde México se ven expuestas a una serie de desafíos aún mayores. El proceso de adaptación requiere cambios significativos en el funcionamiento familiar, los valores, normas, y tradiciones adquiridas con anterioridad en sus comunidades de origen (Bustamante, 1997). A esto hay que añadir la influencia de importantes factores de riesgo asociados con el proceso de “inmigración” los cuales tienen efectos negativos en el rol y las competencias de las madres mexicanas que han emigrado hacia los Estados Unidos. Dentro de las múltiples funciones de estas madres, un concepto ha atraído la atención de un grupo de investigadores (por ejemplo, Ardelt, Coleman, Dumka, Elder, Gelfand, Jones, Prinz, y Teti) quienes en los últimos años han examinado las percepciones que las mujeres tienen con respecto a sus propias competencias  y efectividad como madres.

Características teórico-conceptuales de la auto-eficacia materna

La auto-eficacia es un constructo postulado por Bandura para describir la eficacia que las personas tienen para llevar a cabo y controlar los distintos eventos de la vida cotidiana (Coleman & Karraker, 1998). Bandura desarrolló este concepto dentro del área más general de las capacidades humanas con el propósito de enfatizar  las percepciones que cada persona tiene con respecto a sus propias competencias, motivación, efectividad y capacidades en oposición a las expectativas que tenemos de nuestros fracasos o éxitos en diversas tareas o eventos (Gecas, 1989). De esta manera, Bandura no solamente enfatizó la importancia de los procesos cognitivos relacionados con nuestra propia eficacia como uno de los rasgos más importantes de las capacidades humanas, sino que también afirmó que las creencias de la auto-eficacia están íntimamente relacionadas con las percepciones que se tienen de los eventos comunes así como el conocimiento que se adquiere acerca del comportamiento ligado a estas creencias. Basado en estas premisas, Bandura (1982) introdujo el constructo de auto-eficacia describiendo cómo las personas usan juicios y creencias muy particulares para determinar si ellas serán capaces de conseguir los objetivos que se proponen.

Después de haber postulado el constructo de auto-eficacia, algunos investigadores y teóricos en distintas disciplinas como lo son la sociología, la psicología, la antropología y la salud pública comenzaron a aplicar en cada una de sus áreas los principios teóricos propuestos por Bandura. Durante la década de los 80, algunos investigadores (por ejemplo, Cutrona & Troutman, 1986; Donovan & Leavitt, 1989; Johnston & Mash, 1989) comenzaron a estudiar los efectos de la auto-eficacia en el funcionamiento parental y familiar. Basado en los resultados de estos estudios, surgió el término de auto-eficacia parental  como un concepto emanado del constructo más amplio de eficacia (Cervone, 2000).

De acuerdo con Jones y Prinz (2005), auto-eficacia parental se refiere a un constructo prioritariamente cognitivo  basado en las expectativas que las personas tienen con respecto al éxito de sus competencias como padres. En términos generales, la auto-eficacia parental conlleva creencias muy específicas de los padres con las cuales ellos evalúan su capacidad para influir en sus hijos y en el ambiente donde ellos interactúan con la finalidad de crear mejores condiciones para el desarrollo de sus hijos y de su éxito personal (Ardelt y Eccles, 2001). En este proceso, factores muy particulares como las experiencias previas que los padres adquirieron en la interacción con sus primeros hijos, los recursos a su alcance, los estilos de paternidad, las posibles dificultades que han enfrentado con cada hijo y la auto percepción de sus propia efectividad influyen en la manera en que cada padre evalúa su propio rol y desempeño.

No solamente factores relacionados con el entorno familiar tienen un impacto en la auto-eficacia materna, sino que de manera particular ciertos factores de riesgo influyen directamente en la percepción que las mujeres tienen con respecto a sus competencias y efectividad como madres. Aunque una gran cantidad de estudios han investigado el constructo de auto-eficacia materna como una variable sumamente importante ligada al desarrollo de los niños y la calidad parental, pocos estudios  han examinado algunas variables que contribuyen de manera directa al origen y desarrollo de las creencias de la eficacia materna.

En términos generales, diversos estudios han documentado como la violencia de pareja, el estrés, los sentimientos de inadaptación, la desigualdad de género, la ansiedad, y el alcoholismo influyen en el origen y desarrollo de las percepciones que las mujeres tienen con respecto a su auto-eficacia como madres (Choi, Kim, Ryu, Chang & Park, 2012; González, 2000; Mattson & Ruiz, 2005). A su vez, la evidencia empírica ha revelado que la violencia de pareja y la depresión tienen efectos duraderos en la competencia y efectividad de las madres (Weaver, Shaw, Dishion & Wilson, 2008). De manera similar, Teti y Gelfand (1991) afirmaron que la auto-eficacia materna es sensible a variaciones en la prevalencia de la depresión y las interacciones con la pareja. Por esta razón se espera que las mujeres que sufren depresión tiendan a desarrollar percepciones inadecuadas de su competencia y efectividad como madres. De la misma manera, debido a los efectos dañinos de la violencia de pareja en la salud mental de las mujeres, se ha señalado que la violencia de pareja podría afectar de manera negativa la auto-eficacia materna.

Magnitud y severidad de la violencia de pareja entre las mujeres mexicanas inmigrantes

La violencia perpetrada por la pareja romántica es considerada una de las causas más importantes de la muerte, daño físico y disfunciones mentales de una inmensa cantidad de mujeres en México, los Estados Unidos y muchos otros países alrededor del mundo (Buvinic, Morrison & Shifter, 1999). Estudios empíricos han mostrado que la violencia de pareja es un fenómeno mundial que afecta a las mujeres de todos los estratos económicos y educativos (Larrain, 1994). En un estudio a nivel internacional conducido por la Organización Mundial de la Salud, los resultados revelaron que entre el 15% y el 71% de aquellas mujeres que alguna vez han estado casadas han sufrido violencia física, sexual, o ambos tipos de abuso en algún momento de su vida de pareja (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi & Lozano, 2002).

Investigaciones realizadas en los Estados Unidos han revelado que la población hispana en este país es uno de los grupos étnicos más vulnerable (Hazen & Soriano, 2007). De manera particular, las mujeres inmigrantes hispanas se encuentran en mayor riesgo de ser abusadas por su pareja en comparación con las mujeres de estos grupos étnicos (Rodríguez, 1998). Con respecto a la prevalencia de la violencia de pareja entre las mujeres hispanas que han inmigrado a los Estados Unidos, un estudio incluyendo la participación de mujeres mexicanas mostró que el 33.9% de ellas reportó haber experimentado al menos un episodio de violencia física en algún momento de su vida. A su vez, el 17.8% de estas participantes mencionó haber sufrido graves episodios de violencia física incluyendo patadas, puñetazos o golpizas (Hazen & Soriano, 2007).

A su vez, otros estudios han encontrado índices más altos de violencia. Por ejemplo, Hass, Dutton y Orloff (2000) encontraron que el 49.3% de mujeres inmigrantes había experimentado violencia física, el 40.7% sufrió violencia psicológica y el 11.4% experimentó violencia sexual. En otro estudio llevado a cabo en el estado de California, el 82.5% de las mujeres hispanas comentaron haber sido objeto de violencia psicológica alguna vez en su vida, el 33.9% reportó haber sufrido algún episodio grave de violencia psicológica y el 20.9% reportó haber experimentado violencia sexual. Cuando las participantes de este estudio mencionaron haber sufrido algún episodio de violencia en los 12 meses anteriores al estudio, 72.6% reportó al menos un incidente de violencia psicológica y el 18.5% mencionó haber sufrido violencia física incluyendo un 7.5% quienes reportaron episodios severos de violencia física (Hazen & Soriano, 2007). Similares resultados fueron encontrados en la Encuesta Nacional sobre el Alcohol revelando que la prevalencia de violencia física entre los hispanos era del 17.0% (Caetano, Cunradi, Clark & Schafer, 2000). De la misma manera, la Encuesta Nacional sobre la Violencia en contra de las mujeres mostró índices muy parecidos con un 21.2% de mujeres reportando un episodio reciente de violencia física (Tjaden & Thoennes, 2000).

Magnitud y severidad de la depresión entre las mujeres mexicanas inmigrantes

La depresión es un desorden mental presente en todo el mundo cuya prevalencia se ha estimado en el 5.8% de los hombres y el 9.5% de las mujeres (Organización Mundial de la Salud, 2001). Otras organizaciones e investigadores han estimado que el 16% de la población experimentará al menos un episodio severo de depresión durante algún momento de su vida (Breslau & Kendler, 2005; Wang & Kessler, 2005). La evidencia empírica sugiere que no solamente las mujeres experimentan dos veces más depresión que los hombres, particularmente durante su edad reproductiva (Lovejoy, Graczyk, O’Hare & Neuman, 2000), sino que también las mujeres hispanas tienen probabilidades más altas de experimentar síntomas de depresión en comparación con los hombres hispanos (Alegría et al., 2007).

En términos generales, los hispanos se encuentran en un riesgo creciente de experimentar síntomas depresivos (Kessler, 1994). Estudios a nivel nacional han mostrado que las mujeres hispanas en edades entre los 15 y los 44 años reportaron altos niveles de depresión severa (Blazer, Kessler, McGonagle & Swartz, 1994). Por otra parte, estudios regionales han mostrado que el 38% de las mujeres mexicanas inmigrantes, que trabajan en el sector agropecuario reportaron elevados niveles de depresión (Hovey & Magaña, 2000). A su vez, en un estudio previo incluyendo también inmigrantes mexicanas, los resultados revelaron que el 42% de las participantes reportaron altos niveles de depresión (Vega et al., 1986). Estos porcentajes aparecen ser más altos en comparación con los resultados provenientes de la población en general mostrando que alrededor del 18% de los participantes reportaron altos niveles de depresión en algún momento de su vida (Kessler, Birnbaum & Demler, 2005).

Aunque un número incontable de estudios se han llevado a cabo con la finalidad de explorar los cambios que los inmigrantes y sus familias experimentan cuando tienen que adaptarse a una nueva cultura, muy pocos estudios han investigado cómo este proceso contribuye al origen y desarrollo de la auto-eficacia materna en mujeres inmigrantes (por ejemplo, Izzo, Weiss, Shanahan & Rodriguez-Brown, 2000; Nievar, Jacobson, Chen, Johnson & Dier, 2011). De la misma manera, debido a los altos índices de depresión y violencia de pareja que experimentan las mujeres mexicanas que han inmigrado a los Estados Unidos, y de sus graves consecuencias en las percepciones que las madres tienen de su propia efectividad y competencias, el objetivo del presente estudio fue el investigar los efectos de estos dos factores de riesgo en la auto-eficacia materna en un grupo de madres mexicanas.

Método

Participantes y procedimientos

La muestra del presente estudio estuvo conformada por 91 madres mexicanas inmigrantes viviendo en el área metropolitana de la ciudad de Dallas. La información de cada una de ellas fue recolectada a través de un cuestionario que incluyó tres escalas midiendo la variable dependiente y las independientes, así como otro cuestionario que recopiló sus datos sociodemográficos. Los criterios para ser aceptadas en el estudio fueron: a) haber emigrado desde México, b) tener a un hijo en edad preescolar estudiando en el distrito escolar de Dallas, c) cumplir con los lineamientos necesarios para que sus hijos recibieran el refrigerio gratis en la escuela. Después de haber sido invitadas a participar en el estudio, cada una de ellas decidió libre y voluntariamente si aceptaba responder el cuestionario.

La edad de estas madres osciló entre los 22 y los 43 años. Por otra parte, el tiempo que llevaban viviendo en los Estados Unidos osciló entre los 2 y los 25 años. A su vez, las madres en esta muestra tienen entre 1 y 7 hijos. Con respecto al nivel educativo, solamente 5 madres mencionaron tener estudios de nivel superior; el resto tiene estudios de preparatoria o menores.

Instrumentos

Una batería de escalas fue usada con el objetivo de medir las 5 variables que fueron investigadas en el presente estudio. Junto con ello, una forma fue utilizada para recolectar la información sociodemográfica de cada participante. La variable dependiente en este estudio fue medida a través de la escala de eficacia e involucramiento parental. Esta es una prueba de autoreporte que mide la percepción del control que las madres tienen con respecto al desarrollo social y cognitivo de sus hijos, así como su estado de salud (Diener, Nievar, & Wright, 2003). De la misma manera, esta escala mide las percepciones que cada mujer tiene de su efectividad como madre. La escala consiste de 18 reactivos en un formato tipo Likert de 5 puntos cuyo rango oscila entre totalmente desacuerdo hasta totalmente de acuerdo. Un puntaje alto en esta prueba indica una sólida creencia en la propia eficacia e involucramiento como madre.

La versión revisada de la Escala de Revisión Táctica (CTS2, por sus siglas en inglés) fue usada para medir la violencia de pareja. Esta prueba mide los episodios de violencia física y psicológica que sus parejas pueden haber perpetrado en su contra, así como los episodios de violencia que ellas pudieron haber perpetrado en contra de su pareja durante los 12 meses anteriores a la aplicación de la escala. A cada una de las participantes se les preguntó acerca de la presencia de 8 expresiones de violencia psicológica, así como la presencia de 12 expresiones de violencia física. Las respuestas a cada reactivo fueron estructuradas en una escala tipo Likert de 6 puntos cuyos valores oscilaron entre 0 y 10, con un puntaje alto indicando un nivel alto de violencia (nunca, una vez, 2 veces, 3-5 veces, 6-10 veces y más de 10 veces). La suma total de cada subescala, así como del índice global, indica la frecuencia con la cual cada tipo de violencia ocurrió. Todos los reactivos en la subescala de violencia física fueron “sumados” de tal manera que un resultado alto en esta subescala indicó un nivel alto de violencia física. Así mismo, todos  los reactivos en la subescala de violencia psicológica fueron sumados de tal manera que un resultado alto en esta subescala indicó un nivel alto de violencia psicológica. A su vez, el puntaje final de la subescala de violencia física junto con el puntaje final de la escala de violencia psicológica se sumó con la finalidad de formar un índice general de violencia de pareja, el cual sirvió como un indicador global de este tipo de violencia.

Los síntomas depresivos fueron medidos usando la escala del Centro para los Estudios Epidemiológicos de la Depresión (CES-D, por sus siglas en inglés). Esta escala incluye 20 reactivos a través de los cuales se les preguntó a las madres que indicaran en una escala de 4 puntos (0 = menos de una vez al día y 3 = la mayoría o todo el tiempo) que a menudo, durante la semana anterior a su participación en el estudio, se sintieron deprimidas, tristes, solas, y molestas. Todos los reactivos fueron sumados con la finalidad de crear un puntaje que indicara el nivel general de depresión de cada una de las participantes. Es importante señalar aquí que un puntaje de 16 ha sido establecido para diferenciar entre síntomas depresivos considerados de carácter clínico o no-clínico (Posner, Stewart, Marín & Perez-Stable, 2001). En su origen, esta escala no fue diseñada como una medida de depresión clínica; sin embargo, grupos con un puntaje de 16 o más alto son considerados con un alto riesgo de experimentar síntomas depresivos severos (Radloff, 1977).

Análisis estadístico

Mediante el paquete SPSS versión 20 se llevaron a cabo los análisis descriptivos de las características generales de las participantes y de las variables incluyendo frecuencias, porcentajes, rangos, media y desviación estándar. De igual modo, se realizó el análisis de las relaciones entre la variable dependiente con las independientes así como entre las variables independientes por medio del coeficiente de correlación de Pearson.

Resultados

En una primera fase se realizó un análisis descriptivo de las variables estudiadas. Los resultados encontrados en estos análisis son presentados en las primeras tres tablas.

Tabla 1
Datos descriptivos de las variables de estudio

Datosdescriptivos

La media de la auto-eficacia materna fue  de 75, con puntajes oscilando entre los 58 y 86. El 93.4% de la muestra presentó uno o más síntomas de depresión durante la semana anterior a la aplicación del instrumento (M = 9.71, DE = 7.02). Sin embargo, solamente el 15.4% de las madres presentó un puntaje por arriba del 16%, el cual señala la presencia de síntomas depresivos severos. Con respecto a la violencia de pareja en general, la media se ubicó en 10.60 con puntajes oscilando entre los 0 y 52. A su vez, la violencia psicológica tuvo una media de 9.30 con puntajes oscilando entre los 0 y 47. Por otra parte, la violencia física presentó una media de 1.31. Mientras que el 78.0% de las madres reportaron haber sufrido algún episodio de violencia psicológica durante el último año, el 28.6% de las participantes mencionaron haber experimentado algún episodio de violencia física por parte de su pareja.

No solamente fue mayor la prevalencia de la violencia psicológica en comparación con la violencia física sino lo fue también su intensidad, mientras que el puntaje máximo en la subescala de violencia psicológica fue de 47 puntos, el puntaje máximo en la subescala de violencia física fue de 12 puntos. Cabe señalar que el criterio para determinar que una mujer había sufrido algún tipo de violencia fue que ella reportara al menos un incidente en cualquiera de los 20 actos medidos por la escala CTS2. Esta es la razón por la cual la prevalencia de violencia de pareja en esta muestra fue relativamente alta en comparación con otros estudios que usan distintos criterios para establecer que una mujer ha experimentado violencia de pareja.

Con respecto a las características sociodemográficas de la muestra las cuales son presentadas en la tabla 2, la edad de la madre más joven fue de 22 años, mientras que la madre con más años mencionó tener 43 años (M= 31.03  DE = 4.74).

Tabla 2
Distribuciones de la muestra por variables sociodemográficas

El mayor porcentaje de la muestra se ubicó entre los 31 y los 35 años de edad. Por otra parte, el nivel educativo de las mujeres inmigrantes sigue siendo un gran reto para esta población, al igual que en otros estudios incluyendo inmigrantes hispanas, el porcentaje de mujeres con estudios de licenciatura o postgrado es muy bajo. En el presente estudio, solamente 5 mujeres tuvieron estudios de licenciatura y ninguna de las participantes mencionó tener estudios de postgrado. Con respecto al estado civil de las participantes, la inmensa mayoría de ellas eran casadas con un 90.1% de la muestra. A su vez, la media de los años que estas madres llevan viviendo en los Estados Unidos fue de 10.13. Finalmente, basado en los criterios para determinar si una familia se encuentra por debajo del nivel de pobreza en los Estados Unidos, se combinaron los datos recopilados en el rubro de los ingresos y del número de hijos con el objetivo de crear un índice que permitiera determinar el número de familias que se encuentran en situación de pobreza. Los resultados mostraron que el 67% de la muestra presentan niveles que en los Estados Unidos se consideran por debajo del nivel de pobreza.

Después de haber realizado un análisis descriptivo, la siguiente fase tuvo por objetivo comparar el promedio de las cinco variables de estudio entre cada una de las variables sociodemográficas. Consistente con otros estudios, los resultados encontrados en éste mostraron que las medias en la variable dependiente así como en las independientes tienen una gran similitud entre los distintos niveles de las variables sociodemográficas. Por lo tanto, las participantes experimentaron similares niveles de depresión sin importar la edad que tenían, su nivel educativo, estado civil, años de estancia en los Estados Unidos, el número de hijos, sus ingresos o su estatus laboral.

El mismo patrón se encontró en el índice general de violencia de pareja así como en los dos tipos de violencia. La única diferencia que llamó la atención estuvo relacionada con el número de hijos. Es así como las madres con uno o dos hijos reportaron niveles menores en la violencia psicológica y en el índice general de violencia de pareja en comparación con madres que tienen 3 o más hijos. A su vez, un dato muy revelador tiene que ver con la variable dependiente en este estudio. Como lo muestra la tabla 3, la media de la auto-eficacia materna se mantiene sumamente consistente a través de los distintos niveles de las variables sociodemográficas.

Tabla 3
Relación entre las variables de estudio y las variables sociodemográficas

Relacionentrelasvariables

La finalidad de la tercera fase fue analizar las correlaciones entre las variables incluidas en el presente estudio, que se muestran en la tabla 4. Como fue hipotetizado, la auto-eficacia materna fue negativamente correlacionada con los síntomas depresivos y la violencia física. Sin embargo, se presentó una correlación positiva entre la auto-eficacia materna y la violencia psicológica, así como entre la auto-eficacia materna y el índice general de violencia de pareja las cuales fueron consideradas como inesperadas. Por otra parte, como se ha encontrado en la literatura científica y se esperaba en el presente estudio, la depresión fue positivamente correlacionada con la violencia psicológica, física y el índice general de violencia de pareja sugiriendo que las madres quienes tuvieron altos niveles de depresión experimentaron graves episodios de violencia. Todas las correlaciones entre estas últimas cuatro variables fueron estadísticamente significativas.

Tabla 4
Matriz de correlación

Matrizdecorrelacion

Discusión

Con la finalidad de responder a un vacío que se encuentra en la literatura científica, el presente estudio tuvo como objetivo el estudiar la influencia de la depresión y la violencia de pareja en la auto-eficacia materna en un grupo de mujeres mexicanas quienes emigraron hacia los Estados Unidos. Los resultados revelaron que ninguno de los tipos de violencia, ni la depresión, tuvieron una relación estadísticamente significativa con la auto-eficacia materna. En contraste, la depresión tuvo una relación estadísticamente positiva con la violencia física, la violencia psicológica, y el índice general de violencia de pareja. Estas últimas cuatro variables estuvieron significativamente correlacionadas en la dirección esperada.

En promedio, las participantes en la muestra reportaron niveles de depresión por abajo del nivel considerado como un indicador de depresión severa (16 puntos). Mientras que en este estudio solamente el 15.4% de las participantes reportó un puntaje mayor del indicador clínico de depresión severa, otros estudios, investigando el nivel de depresión en las mujeres mexicanas, encontraron que la prevalencia de síntomas depresivos severos fue del doble con un 30.7% (Lara, Navarro, Navarrete, Cabrera, Almanza, Morales & Juárez, 2006).

Por otra parte, los niveles de violencia de pareja en general, así como la violencia física y psicológica se ubicaron por debajo de aquellos encontrados en otros estudios. Mientras que los resultados encontrados en esta muestra revelaron que prevalencia de la violencia psicológica fue del 78%, la violencia física fue del 28.6% y la violencia en general fue del 79.1%; Hazen y Soriano (2007) encontraron que la prevalencia de la violencia psicológica entre las mujeres hispanas viviendo en California fue del 82.5%. En otro estudio llevado a cabo por Hass, Dutton y Orloff (2000), los resultados mostraron una prevalencia de la violencia física del 49.3% entre las mujeres hispanas. En contraste, otras investigaciones han encontrado índices menores en la población hispana. Por ejemplo, Rodríguez (1998) encontró que el 25% de las mujeres hispanas habían sufrido de violencia física. De la misma manera, otro estudio mostró que solamente el 6.5% de las participantes habían experimentado un episodio de violencia física durante el último año (Kessler, Molnar, Feuer & Appelbaum, 2001).

A este respecto, diversos autores han discutido en la literatura que las inconsistencias en la prevalencia de la violencia de pareja responden a las diferencias en el tipo de muestreo, la inclusión o exclusión de ciertos subgrupos presentes en la población, las características de las distintas escalas empleadas, el número de participantes incluidas en la muestra, los criterios usados para determinar si una mujer ha sido abusada por su pareja, así como la selección del lugar geográfico donde se recolectan los datos de la muestra, entre otros.

Como ha sido constatado en innumerables investigaciones, sin importar el nivel educativo que tengan, el estatus socioeconómico en el que se encuentren, o su edad, la prevalencia de la violencia de pareja es muy similar en los distintos estratos. Ya sea que las mujeres hayan alcanzado un alto nivel educativo o que vivan en una posición económica muy alta, ellas experimentaron los mismos niveles de violencia que aquellas viviendo en estratos más bajos. Esto quedó constatado en el análisis que se hizo con la finalidad de comparar los niveles de violencia de pareja entre las mujeres de distintos grupos de edad, educación, años viviendo en los Estados Unidos, ingreso, y número de hijos. El mismo patrón se presentó cuando se compararon los índices de violencia entre mujeres casadas o solteras, empleadas o desempleadas y aquellas viviendo por abajo o por arriba del nivel de pobreza.

Uno de los resultados más reveladores fue la gran consistencia que mostró la auto-eficacia materna en cada uno de las variables sociodemográficas. De esta manera, sin importar el nivel socioeconómico en el que se encuentren, la edad que tengan, el grado de estudio que tengan o los años viviendo en los Estados Unidos, las mujeres quienes participaron en esta investigación reportan niveles de auto-eficacia materna muy semejantes. Esto nos habla de la gran capacidad que tienen las mujeres mexicanas inmigrantes para mantener de una manera consistente sus propias percepciones acerca de su efectividad y competencias como madres, a pesar de todos los obstáculos que día a día encuentran en su proceso de adaptación a la cultura y normas en los Estados Unidos.

Basado en los resultados obtenidos, es necesario desarrollar más líneas de investigación con la finalidad de encontrar y precisar aquellos factores presentes en el contexto social y familiar que contribuyen al origen y desarrollo de la auto-eficacia materna. Como quedó evidenciado en el presente estudio, ni la depresión, ni  la violencia de pareja fueron variables que tuvieran un impacto directo en nuestra variable dependiente. Por esta razón, es importante incluir otras variables como lo son el nivel educativo, apoyo social y familiar, estrés, ansiedad, involucramiento parental, afecto, ambiente familiar y estilos de paternidad que pudiesen determinar una relación causal con la auto-eficacia materna. Esto permitiría identificar aquellos factores que tienen un efecto directo en las percepciones que las inmigrantes tienen con respecto a su efectividad como madres.

Finalmente, al ser éste un estudio transversal no se logró establecer los cambios que las variables de estudio pudiesen tener con el paso del tiempo. Otra de las limitaciones de esta investigación tiene que ver con el lugar geográfico en el que se tomó la muestra, pues los resultados solo podrán generalizarse a la población inmigrante viviendo en el norte de Texas. A su vez, el uso de únicamente dos variables como lo fueron la depresión y la violencia de pareja restringió la inclusión de otros factores de riesgo relacionados con la auto-eficacia materna.

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Citar:

Orozco, A. E., Delgadillo, L. & González, L. (2013,  15 de agosto ). Depresión, violencia de pareja, y auto-eficacia materna en inmigrantes de origen mexicano. Revista PsicologiaCientifica.com, 15(11). Disponible en: https://psicologiacientifica.com/depresion-violencia-pareja-auto-eficacia-materna

1 comentario en «Depresión y violencia de pareja: Impacto en la autoeficacia materna de inmigrantes mexicanos»

  1. Me siento interesada en realizar una investigación en mi país sobre la autoeficacia materna. Soy peruana y trabajo con madres adolescentes. El problema es que no cuento en mi país con la prueba que se usó en su artículo para evaluar la autoeficacia materna. Por favor podrían facilitarme cómo puedo comprar la prueba o adquirirla para mi investigación. Estaré a la espera de su pronta respuesta.

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